jueves, 30 de abril de 2009

El Dr. Tutino hace cuentas sobre la renta agraria y pregunta.

Leí el otro día lo que me mandaste de historia de las corporaciones.
No sabía que la Sociedad Rural se había fundado en 1866 con el objetivo de
dinamizar y desarrollar la producción agrícola con un sesgo antilatifundista
e industrializador. Lamentablemente en sólo 11 años la aristocracia
terrateniente de Bs As la copó y cambió el rumbo. Me parece que algo
parecido ocurrió (desde hace no sé cuanto) con la Federación Agraria; creo
que hace rato no representa más a los "pequeños y medianos productores
agropecuarios", sino a los "pequeños y medianos rentistas agropecuarios".
Según tengo entendido el 70% de los mismos alquila sus tierras, esto quiere
decir que vive sin trabajar, o sea de la renta que la deja la propiedad de su
pequeña porción de tierra. Digo que no sé desde hace cuanto es así, porque
es mentira eso que dicen que fué un logro del matrimonio presidencial que las
4 entidades se unieran; ya habían actuado juntas en otras oportunidades, en
comunicados muy blandos en la época de Krieger Vasena y también en la
primera mitad de la década del 70.
El otro día salió en Clarín un infografía titulada ¿A dónde va la plata
de la soja? y calculando un ingreso total por hectárea de 1000 dólares, 350
se iban en retenciones, y 786 en costo de producción; con una pérdida para
el productor de 136 dólares por hectárea. Hasta ahí bien, pero cuando te
fijas bien en el ítem costo de producción, se desglosa así: Insumos: 166;
Contratistas (labranza y cosecha): 111; Fletes y acopio 98; y alquiler del
campo: 411 dólares
. Entonces me pregunto ¿el problema son las retenciones?
¿o el alquiler?. Si los tipos en vez de alquilar hicieran producir su propio
campo, aún con retenciones les quedaría una ganancia de casi 300 dólares
por hectárea. ¿No haría falta una ley de arrendamiento como Brasil? donde
el estado pone el precio del alquiler (muy bajo) para desalentar el
arrendamiento y así obtener varios beneficios: se acaba el negocio fenomenal
de los "pooles" de siembra; la tierra deja de ser un objeto de especulación
financiera y pasa a ser un bien de producción; baja el valor de la tierra sin
cultivar, haciendo más accesible la misma para muchos pequeños productores;
y como si esto fuera poco, pierde una herramienta de financiación y lobby el
sector más retrógrado de nuestra sociedad, hecho que dotaría al sistema de
mayor estabilidad institucional y lo expondría a menos pronunciamientos
apocalípticos sobre "disolución nacional y destrucción de la patria".
¿Será por esa renta friolera de 400 dólares la hectárea que la FAA
abandonó también su camino?.

Tutino.

martes, 28 de abril de 2009

¿Vivir con lo nuestro siempre trae pobreza?


La semana pasada las declaraciones del presidente de Fiat de Argentina, Cristiano Rattazzi , que dijo que "vivir con lo nuestro siempre trae pobreza" en una conferencia en la Fundación Libertad parece que trajeron "polemica "  en el mundo empresario y también en la central industrial de los grandes empresas que trataría el tema en su reunión de hoy

Lo cierto que no son nuevos estos  posicionamientos del jefe de la automotriz italiana desde siempre supo abrevar en esa linea de pensamiento como podemos comprobar 

Los llamados liberales argentinos persisten en esto de tergiversar la realidad. Cuando lo que les molesta es que el Estado tenga capacidad no solo de regular sino contar con participación en los directorios de las empresas, porque una cosa es que el Estado entregue subsidios, es decir todos los habitantes de una Nación pongan plata para hacer rentable un emprendimiento privado, y otra cosa es que esos aportes de todos tengan seguimiento publico. Casualmente uno de esos directores que el Estado Nacional designo por la minoría accionaria en una empresa siderurgica es el sostenedor intelectual de "Vivir con lo nuestro"  


Por mi precario manejo de la informática no pude encontrar  en la web la nota  a Aldo Ferrer publicada en el suplemento iECO de Clarín del domingo 15 de marzo donde le preguntan sobre la crisis global y el economista  sostiene que "el desarrollo siempre es nacional" . trascribo las respuestas porque me parecen que hacen al debate de ideas, que mas allá del ruido electoral y el resultado circunstancial de una elección,  debería ser el tema central que defina porque votamos a un candidato o un partido porque si lo hacemos  por consignas vacías o por caras bonitas seguiremos descendiendo en el abismo de la nada al que estamos empecinados en dirigirnos.

  

P:¿la globalizacion es reversible?

A.F.-Como todo proceso de estrechamiento de las relaciones internacionales en todos los planos, es irreversible porque es resultado de un avance de la tecnologia, las comunicaciones . Lo que esta en tela de juicio con el proceso actual es el tipo de globalizacion. La globalizacion financiera esta en situacion critica porque ocurrio en un marco desrregulado, en el que el movimeinto de la actividad financiera subio a 3 o 4 veces de la actividad real. esa globalizacion financiera es reversible en el sentido de que no podra seguir como fue. vendra un ordenamiento financiero y un marco regulatorio.

P: El comercio mundial retrocedio...

A.F.- El comercio mundial va a sufrir altibajos. es previsible que los paises pongan mas atencion en el mercado un reacomodamiento de las estrategias nacionales por el cambio de circunstancia internacional. Lo que tambien se esta viendo claro es que la globalizacion no implica que los desarroloos nacionales hayan quedado subordinados . A los únicos que les va a ir bien es a los países con procesos nacionales fuertes.

P:¿No hay una contradicción entre globalizacion y "procesos nacionales fuertes"?

A.F.- los tigres de Asia, Japon, China se vincularon con el mercado mundial pero preservando el comando de sus recursos, conservando las empresas o la parte mayoritaria. No es el caso de la Argentina, donde la apertura incondicional transfirió al dominio de las filiales los recursos fundamentales. De las 500 mayores empresas no financieras , mas de 300  son filiales y generan el 80% del valor agregado. 

El desarrollo sigue siendo un proceso que ocurre en el espacio nacional. Los países que tienen proyectos simétricos con los del mundo entran  en la globalizacion y crecen; no los que delegan.


Parece fácil de entender, pero nos empecinamos en no querer entender, recuerdo cuando la crisis del 2001 se hablaba de traer una especie de gerenciador extranjero para que nos gobierne, en el sumun de esta democracia delegativa que supimos conseguir. Apuesto a que no aprendimos nada.


Saludos Cordiales

lunes, 27 de abril de 2009

¿De "la recesión mundial más profunda desde la Gran Depresión " se sale con las mismas recetas de siempre?

Por Abid Aslam
- Los esfuerzos por rescatar a la economía mundial del marasmo ingresan este fin de semana en una nueva fase, mientras expertos temen que la debacle es peor de lo previsto y los mismos cocineros de siempre siguen peleándose por el mango de la sartén.

La reunión conjunta semestral del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzará en la capital de Estados Unidos este sábado. En las vísperas, el FMI advirtió que la economía planetaria caería al cabo de este año por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Se trata, "por lejos, de la recesión mundial más profunda desde la Gran Depresión", y la caída del producto global será de 1,3 por ciento. Así, el Fondo enmendó la plana de su pronóstico anterior, de enero, según el cual se registraría un crecimiento económico de 0,5 por ciento.

En las conversaciones formales y en las sesiones al margen del Grupo de los Siete (G-7) países más ricos y el Grupo de los 20 (G-20), que incluye a las economías emergentes, los ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales intentarán desarrollar la respuesta a la crisis bocetada por jefes de Estado y de gobierno el 2 de abril en Londres.

Pero para eso deberán conciliar las diferencias que quedaron en evidencia en esa cumbre del G-20.

La beligerancia que se respira en la atmósfera continúa 18 meses después de que la recesión salió a la luz.

Aun cuando los gobiernos tratan de asegurarle a los mercados y a los consumidores de que los planes tendrán éxito, Estados Unidos se enfrenta con el resentimiento generalizado por una crisis atribuida a maniobras de empresas de ese país y al afán desregulador de sus autoridades.

"Tenemos parte sustancial de la responsabilidad por lo que sucedió", reconoció el miércoles el secretario del Tesoro (ministro de hacienda) estadounidense Timothy Geithner. "Pero los factores que tornaron a esta crisis tan aguda y tan difícil de contener residen en un conjunto más amplio de fuerzas globales construidas años antes de que comenzaran los problemas actuales."

Washington continúa promoviendo el aumento del gasto público en los países ricos como estímulo a la demanda, pero con la resistencia de los países europeos con fobia al déficit, en particular Alemania y Francia.

Los acuerdos para aumentar la dotación financiera del FMI se acumulan y contrarrestan la competencia por más voz y más poder de voto entre los accionistas de la agencia.

Mientras, otros acuerdos para darle a la institución más facultades como regulador de la economía mundial chocan con discrepancias sobre el tipo de poderes de intrusión que se le deben asignar.

Incluso el juramento de lealtad del G-20 al libre comercio de noviembre pasado terminó siendo algo así como un chiste. El Banco Mundial informó meses después que 17 miembros del grupo habían reaccionado a la crisis con barreras proteccionistas.

"Desde la reunión del G-20 hace menos de tres semanas, nueve países del grupo tomaron o consideraron 23 medidas que restringen el comercio a expensas de otros países", dijo este jueves el presidente del Banco, Robert Zoellick.

Activistas contra la pobreza reclaman, al mismo tiempo, que se le permita también a los estados del mundo en desarrollo, y no sólo a los ricos, gastar más y proteger a sus sectores sociales más vulnerables.

"El FMI recomendó grandes programas de gasto para el estímulo, pero sólo a los países ricos", dijo Soren Ambrose, experto de la organización humanitaria ActionAid International.

El FMI asignó préstamos sin condicionamientos a México y a otros acreedores que han seguido sus recomendaciones, pero no aliviaron las medidas de austeridad que les exige a numerosos países, como Letonia y Pakistán, recordó el Centro para la Investigación Económica y Política.

Los cuestionamientos a las condiciones que impone el FMI a cambio de crédito no son algo nuevo. Lo novedoso es el impacto profundo que tendrá la reforma del poder de voto entre accionistas. Complica las perspectivas financieras de la institución.

Los líderes del G-20 prometieron en Londres 1,1 billones de dólares a las instituciones multilaterales de crédito, 5.000 millones de los cuales al FMI. A cambio, los gobiernos recibirán bonos a interés respaldados en parte con las reservas de oro del Fondo.

China, Rusia y Arabia Saudita mantienen su compromiso y demandan una redistribución de los votos que refleje la creciente importancia económica de los mercados emergentes.

Mientras, los europeos afrontan la posibilidad de perder influencia.

También está a estudio una propuesta para vender parte de las reservas de oro del FMI.

Mientras, países pobres y organizaciones humanitarias quieren garantías de que el capital del Fondo se use para ayudar a regiones que sufren al mismo tiempo la crisis económica y la alimentaria, los cuales carecen de acceso a otras fuentes de capital.

Enviado el 24/4/09 por IPSnoticias.net

domingo, 26 de abril de 2009

Las corporaciones no son puro grupo.


Se empieza diciendo que el gobierno "fue" industrialista y que "criticar no es ser opositor", se reunen en "un almuerzo muy cordial en el que cada sector expuso su realidad” y en el que “coincidimos en que habrá que esperar el comportamiento de la economía después del proceso electoral”.
Los diarios comentan:
Las principales cámaras empresarias nucleadas en el llamado "Grupo de los 7" volvieron a reunirse para analizar la delicada coyuntura político y económica o que regreso el G-7 y avanzara en una agenda económica comun , al menos encontramos en el diario La Capital de Rosario que llaman a las cosas por su nombre, porque si de algo estamos seguros es que si bien esta pasado de moda hablar de corporaciones, sería bueno hacer un poco de memoria sobre los verdaderos significados de estos decires en los "almuerzos cordiales" a lo largo de la historia argentina, de estas asociaciones empresariales que ahora las denominan grupos pero en otras épocas firmaban como ACIEL , CEA o APEGE . En rescate de la memoria estan los archivos de sus declaraciones. Parecería que nos gusta que nos engrupan con el mismo cuento desde hace más de 70 años.

Después no nos quejemos de los políticos que elegimos para que administren los asuntos públicos. Si ni siquiera somos capaces de no confundirnos cuando nos hablan de las instituciones, la democracia, la república, de las inversiones, de la dignidad, de la corrupción y de que todos somos el campo.
A ver si nos creemos en serio que estas asociaciones hacen almuerzos de grupo nomas.

Saludos Cordiales.

miércoles, 22 de abril de 2009

El lenguaje delata la política


Hay ciertas expresiones que usan los dirigentes y los medios que implican la aceptación de que la nuestra es una democracia delegativa. Es decir, sólo expuesta al juicio de las generaciones futuras y no a los controles del presente.

Por Guillermo O'Donnell

Hace ya casi veinte años hice un argumento que desgraciadamente mantiene actualidad. Nuestro país sigue sujeto a un tipo delegativo de democracia. Es decir, los gobernantes electos se sienten con el derecho -y el deber- de hacer lo que dicen y creen conviene al país, sujetos sólo al juicio de futuras elecciones para conservar sus cargos.

Para ellos los controles propios del constitucionalismo de la democracia representativa no son sino molestias que deben ser anuladas, cooptadas y/o en lo posible ignoradas. Esto tiene numerosas consecuencias. Entre ellas vale la pena mencionar que esta visión, por delegativa, y por lo tanto super mayoritaria e hiperpresidencialista, contiene un inherente sesgo antiinstitucional. Ese sesgo opera poderosamente a nivel del Estado y del régimen, incluyendo en éste los partidos politicos. Se expresa también en el lenguaje que se ha hecho corriente en la política argentina. A esto me refiero aquí.

1. El Gobierno. En los países de democracia representativa este término designa en conjunto al Ejecutivo y al Legislativo, los dos. Entre nosotros "el Gobierno" es sólo el Ejecutivo, tanto que, como suelen decir los propios legisladores, "el Gobierno envió al Congreso tal o cual proyecto de ley". Nada expresa mejor el hiperpresidencialismo y el papel secundario, derivado, que muchos legisladores asignan, de esta manera tácita pero no por ello menos elocuente, a su propia institución, estén o no de acuerdo con las concepciones delegativas.

2. El Congreso ya no es una escribanía. Cierto, desde el año pasado el Congreso ha dejado de ser una entidad notoriamente pasiva. Pero su reciente activación ha sido, hasta ahora al menos, en reacción a proyectos y medidas del Ejecutivo. Esto queda lejos de que el Congreso asuma su papel central, esto es estudiar, debatir y decidir legislación por su propia iniciativa. Así sigue sin llamar la atención que "el Gobierno" sea sólo el Ejecutivo. Tampoco asombra que el Congreso argentino se destaque, no ya respecto de los países altamente desarrollados, sino de no pocos de los latinoamericanos, por la casi completa ausencia de elencos profesionales de apoyo a su tarea; legisladores que escasamente legislan prefieren, no sin cierta lógica dada su situación, nombrar para esos cargos a operadores politicos y amigos, cuando no parientes, con lo cual "el Gobierno" sigue siendo sólo el Ejecutivo.

3. Los espacios. No necesito fundamentar que uno de los graves problemas de nuestro régimen es la profunda crisis de los partidos. Tanto, que parece como si los propios líderes de esos partidos se avergonzaran de nombrarlos. Ahora dirigen "espacios" o a veces "fuerzas", no partidos o coaliciones de partidos. No parece esta una buena manera de superar su crisis.

4. Las candidaturas. En su cima esos "espacios" están poblados por líderes que, más allá de sus diferencias en otros planos, son hiperpersonalistas. El "espacio" no se identifica por su nombre sino por el de/la líder del caso. Esto a corto plazo puede ser útil para conseguir votos. Pero contribuye a la crisis arriba mencionada y, sintomáticamente de ese excluyente personalismo, crea el problema de encontrar candidaturas viables "debajo" de las del liderazgo. Ver las enormes dificultades que casi todos estos "espacios" tienen hoy para designar candidatos/as que tengan algún grado de reconocimiento en la opinion pública. Esto por supuesto refuerza los personalismos de los "espacios" y además señala los límites de formas de hacer política que vayan más allá de lo coyuntural.

5. La calidad institucional. Después de mucho hablar de esto y ante la evidente carencia de esa calidad, ella ha pasado a ser una expresión generalizada: casi todo lo que se hace, incluso contra toda verosimilitud, se dice que está hecho para, o implica, "mejorar la calidad institucional". La previsible indiferencia que esto despierta expresa el desgaste de esta expresión; es una lástima, porque ella alude a una de las principales deficiencias de esta democracia nuestra.

Con estos ejemplos he querido mostrar cómo el lenguaje politico corriente traduce las fuertes caracteristicas delegativas (y por lo tanto antiinstitucionales) de esta democracia. Obviamente, el actual elenco gobernante es una clara y vigorosa expresión de esto; pero es importante que reconozcamos que está lejos de ser la única.

lunes, 20 de abril de 2009

¿Al final del camino la militancia tiene premio?

Escuché o leí por ahí que hoy en día la "gente" vota caras y no partidos, de la importancia que los candidatos tengan "buena imagen ante la sociedad" y supongo que si son caras bonitas y de ojos celestes mejor todavía, eso sí, no importan mucho las ideas, proyectos o la trayectoria militante, si no tiene historia mejor y con plata para gastar mejor aun.
Días pasados en una charla, un joven que quiere iniciarse en la política partidaria criticaba las pretenciones de candidatearse para concejal, de una militante peronista con una trayectoria de años, supuestamente los motivos serían la mala imagen ante la "gente" de esta ciudad, y lo bueno que era el método para elegir las candidaturas por encuestas de imagen.
No es una cuestión de un partido político en particular, ayer como mirandista autentico que soy ante una invitación que me hiciera en la semana un viejo amigo y militante de mi barrio natal, pude presenciar el desarrollo de las elecciones internas del radicalismo en Quilmes, competían dos listas de precandidatos en concejales y diputados provinciales ya que en diputados nacionales hubo lista unica.
Hacia como diez años que no hacia ese ejercicio, lamentablemente mucho no había cambiado desde aquel entonces, siguen ganando el mismo grupete responsable de la desastrosa gestión municipal de la Alianza, tanto que desde aquel entonces ni un concejal representa al radicalismo en el distrito, si bien el resultado fue ajustado, ganaron por pocos votos parece que la mañas y la billetera en el momento y lugar adecuado siguen siendo el factor que hace posible que el ordenamiento de los candidatos siga favoreciendo a los "autenticos decadentes", no alcanzó la militancia de años de los muchos que vienen peleandola por cambiar el rumbo partidario local.
Si hay un prototipo del militante partidario de la generación postmalvinas seguramente ese es el que encabezaba la lista que quedo en segundo lugar.
Desde que lo conocí en el ateneo Illía allá por el 84, es un incansable defensor del partido radical, de familia peronista, pero que descubrió la política y la militancia con Raúl Alfonsín de ahí en mas nunca dejo de militar, en las buenas y en las malas del radicalismo, siempre defendiendo con convicciones y lealtad sus posicionamientos. Su eslogan de campaña era Al final del camino la honestidad tiene premio. Le comenté que no me gustaba la consigna, que me generaba la imagen que a sus 45 años parecía que pensaba mas en el retiro que en seguir batallando.
Seguramente es muy difícil militar contra la adversidad y recobrarse de todas las peleas que están perdidas de antemano pero igualmente se dan por ese fuego sagrado que impulsa la militancia por un ideal, un color partidario o lo que sea; Cuanto mejor sería la democracia si se multiplicarán los militantes, cuanto mejor serían los partidos políticos si se valorizarán a los verdaderos militantes, Jorge Cobos desde que lo conozco vive en la misma casa de Bernal, honestidad le sobra, perseverancia, constancia y consecuencia con sus ideas son los pilares que le permiten no doblegarse a pesar de los sinsabores de la política partidaria, no tengo dudas que si los radicales de Quilmes quisieran elegir en serio un digno representante partidario, no necesitarían de una eleccion interna para por unos pocos votos dejarlo fuera del primer lugar que merece por trayectoria y conducta partidaria.
Por esta simple razón y por otras que no vienen al caso es que me ánimo a decir que no aprendemos de la historia, pero por suerte hay algunos que a pesar que muchos desistimos de seguir dando esa pelea militante partidaria siguen insistiendo, espero que tengan su justo reconocimiento mucho antes del final del camino.

En esta sociedad de surfeadores, en la que por desidia esperamos que la ola nos favorezca, todavia no entendimos que se hace camino al andar, que la imagen no es todo y que el único pez que nada a favor de la corriente es el pez muerto.

Saludos Cordiales.

martes, 14 de abril de 2009

Reflexion Breve: Los medios de comunicación masivos, la democracia y los partidos políticos

Allá por los albores en la primavera de la democracia, a mediados de los ' 80, dicen que Cesar Jaroslavsky, destacado diputado nacional del radicalismo, dijo la frase: “Hay que cuidarse de ese diario, ataca como partido político y si uno le contesta se defiende con la libertad de prensa”

Ese diario es hoy un influyente multimedios de información y comunicación, ¿alguien tiene alguna duda que marca la agenda política nacional?

Los partidos políticos: bien, gracias.

Saludos Cordiales.

lunes, 13 de abril de 2009

El vaciamiento de las ideas y la manipulación de la historia.


LA UTILIZACIÓN POLÍTICA DEL LÍDER RADICAL
Los usos de Alfonsín

Por Edgardo Mocca

La oposición mediático-política ha coincidido en presentar una peculiar historia de los primeros años de la recuperación democrática argentina, con el visible objetivo de mostrar el contraste de ese relato con el cuadro actual de la política argentina. Con ese propósito ha utilizado fuera de toda mesura el sentimiento popular por la muerte de Raúl Alfonsín.
Hemos conocido en estos días un país pacífico, civilizado, dialoguista que habría existido en los años de la primera presidencia democrática a la salida del horror dictatorial. Un país con partidos políticos sólidos, con corporaciones respetuosas del orden democrático y un Congreso activo e "independiente". Fácilmente podemos imaginarnos a los grandes medios de comunicación prestando su solidario apoyo a la renaciente democracia después de sufrir el agobio y la persecución de la dictadura.
Queda flotando la pregunta sobre cuándo fue que empezamos a ser este país confrontativo, desinstitucionalizado e inorgánico que hoy sufrimos. No hay en la narración ninguna huella que nos permita reconstruir tan desdichado tránsito. Parece ser que los partidos modernos e institucionales se convirtieron en etiquetas virtuales de apoyo a liderazgos individuales por obra y gracia de los dos últimos gobiernos. Y otro tanto ocurrió con organizaciones rurales que de estructuras conciliadoras devinieron maquinarias insurgentes cuando, en tiempos muy recientes, se inventó el recurso de las retenciones para alimentar la "caja kirchnerista".
Ese tiempo mítico de la reconciliación argentina es ahistórico. No tiene un antes ni un después. Creció y se desarrolló al margen del mundo y de las rudas circunstancias en que el país recuperó la democracia. No hubo crisis de la deuda a comienzos de los años ochenta. Ni conflictos sindicales, ni rebeliones militares. Tampoco existió un acto de la Sociedad Rural en el que se silbara al presidente Alfonsín sobre la base de descalificarlo de modo muy similar al que nos hemos venido acostumbrando a escuchar en los últimos meses. La hiperinflación fue un accidente. La renuncia anticipada del presidente, un malentendido político.
Esa versión descafeinada de nuestra historia reciente no es, claro está, inocente. Se inscribe en este gran movimiento mediático-político cuya voz de orden es la "moderación". De lo que se trata según sus epígonos es de "pacificar" el país. Pacificar es despolitizar. Acallar el conflicto. Y para hacerlo, el recurso ya probado es el de la aceptación de la realidad, el reconocimiento de los poderes fácticos, la resignación de la política a la administración de cursos ya trazados por un mundo que es como es y no puede ser de otra manera.
Lo curioso es que para esa operación de vaciamiento de la política haya sido utilizado justamente Alfonsín. Tal vez haya sido el hombre que en mayor medida contribuyó en las últimas décadas a modificar el sentido común de la sociedad argentina. No hubo un solo sector de la sociedad tradicional, del privilegio y las prebendas económicas y corporativas que no lo enfrentara agriamente durante todo su mandato. Los años inaugurales de la recuperación democrática argentina fueron el período en que se sentaron las bases culturales y políticas para la más profunda y regresiva reestructuración de la economía y la sociedad argentina. Era el tiempo de la deslegitimación del Estado y la política, de la promoción sistemática del mundo de valores neoliberales que colonizara la política argentina en la década del noventa. Esa prédica fue, como es lógico, duramente antialfonsinista y muchos de sus comunicadores participan hoy en el farsesco elogio del ex presidente.
Justamente la década de las "reformas estructurales", eufemismo utilizado para la reconversión neoliberal del país ha sido casi enteramente borrada de la reconstrucción biográfica del gran estadista que acaba de morir. Casi no apareció en ninguna de las aproximaciones a su vida, el Alfonsín de la crítica al modelo menemista, el del cuestionamiento a la convertibilidad por sus efectos desindustrializadores y socialmente excluyentes. Muchos de sus correligionarios han dejado en la oscuridad su relación con el gobierno de De la Rúa, sus críticas al ostensible conservadorismo de un gobierno que asumió con promesas de cambio. No hemos escuchado a nadie relatar cómo las declaraciones matutinas del líder radical en tiempos de la Alianza hacían subir el "riesgo país" en las sabias evaluaciones de quienes en esos años, según acaba de quedar claro, timoneaban irresponsablemente la nave del capitalismo en la dirección de la catástrofe actual.
Habrá que esperar seguramente algunos años para poder avanzar en la recuperación histórica de una figura rica, compleja y contradictoria como fue Alfonsín. Aun así será imposible un juicio neutral sobre su lugar en la historia política argentina. Como ocurre con todo gran hombre político, su memoria estará siempre atravesada por los conflictos de cada tiempo histórico.
Como un apunte marginal podríamos intentar un "uso" de Alfonsín alternativo al de la edulcorada fábula mediática de estos días. Una recuperación del político de vocación. Una exaltación del orador encendido, del combatiente con ideas y valores. Del estudioso de la realidad nacional y mundial. Un elogio de quien no creía en esa imagen pueril que hemos escuchado en estos días hasta el hartazgo, según la cual hay una "política con mayúsculas", la del estratega y del estadista nacional, y otra con minúsculas, la de los locales y la militancia partidaria.
De manera que puede "utilizarse" a un Alfonsín bastante silenciado en estas horas. Al que se apropió del púlpito para contestar las acusaciones de corrupción que le había hecho el cura de la iglesia. Al que en otra ocasión guardó los papeles con el discurso del protocolo para cambiarlos por una improvisada pero sólida y fundada impugnación a la política exterior de Estados Unidos, en la cara del mismísimo Ronald Reagan, algo así como un anticipo histórico de las actuales diatribas del atril presidencial. Al que desafió al país conservador con las leyes de patria potestad compartida y de divorcio. Al que predicó una unión nacional entendida como proyecto de afirmación soberana y no como condescendencia resignada con el establishment.
De ese modo retratado, tal vez podrían recuperarse hilos de sentido que llevan desde los agitados días de la recuperación democrática hasta los también agitados días actuales. Muchos de quienes hoy (como escribió Borges sobre Sarmiento) lo abruman a Alfonsín con el mármol y la gloria y quieren convertirlo en "menos que un hombre" son los que, en los principales pasajes de su vida, lo presentaron como un trasnochado que no entendía las claves del mundo del mercado y de la política-espectáculo; como al último exponente de una política irreversiblemente agotada. Hoy lo necesitan, transformado y vacío, para justificar la defensa de la patria del privilegio y el conservadorismo a la que el líder radical combatió toda su vida.


Publicado en revista Debate.

martes, 7 de abril de 2009

Comienzo y final del Liberalismo Populista

Por Ernesto Semán

Decir que Raúl Alfonsín es “sinónimo de la restauración democrática” hace poco homenaje a la proeza de su proyecto y escamotea una mirada sobre los límites de su gobierno. La apuesta que en 1983 le dio a quien parecía un abogado promedio de la política bonaerense el lugar de un estadista central en América latina fue mucho más ambiciosa que ganar una elección. Muy pocos tenían en ese entonces la intuición de que consolidar las instituciones sólo sería posible tratando de reconciliar las tradiciones liberales y populistas de la política argentina, un esfuerzo único en el que Alfonsín gastó todas sus energías, que marcó la década del ’80 como algo mucho más rico y tenso que la “década perdida” que se describió después, y que hoy parece aplastado bajo diversas formas de honrar a quien recién ahora no tiene chances de responder.

Frente a la obviedad de reconocer que el juicio a las juntas militares fue un punto de inflexión histórico que pocos imaginaban posible, cabe preguntarse hoy qué es lo que ese juicio dejaba atrás. Para Alfonsín, la dictadura era “apenas” el fondo inmediato y trágico detrás del cual se alineaba una infinita lista de fracasos. Como Perón con la Década Infame cuarenta años antes, el lider radical se montó sobre ese drama reciente para construir un corte con la historia nacional y encarar un nuevo comienzo. En su caso, la suerte de “liberalismo populista” que intentó en el ’83 fue el proyecto político más novedoso de la Argentina de entonces, fruto de la intuición del ex presidente de que la clave para consolidar la democracia pasaba por reconciliar tradiciones políticas que desde 1912 se habían mostrado por completo incompatibles: un liberalismo que se definía como excluyente y un populismo que había garantizado la inclusión social en oposición a éste.

En el ’43, consciente del quiebre que había significado la Década Infame, Perón construyó su movimiento no sólo barriendo con las tradiciones populares precedentes, sino denunciando la idea de ciudadanía liberal como un mecanismo de opresión y asociando su ascenso a una ciudadanía social que garantizaba una mayor igualdad en la que se cifraba la libertad efectiva. En el ‘83, el quiebre estaba marcado por el terrorismo de Estado, y la reivindicación de la ciudadanía adquiría entonces una fuerza más poderosa. De su intuición y convicción cívica, junto con el acto más pragmático de preguntarse cómo ganarle una elección al peronismo en la Argentina, Alfonsín emergió con una idea de ciudadanía social en la que no eran los sindicatos sino las instituciones del Estado liberal las que garantizarían la justicia social que hasta entonces el populismo debía buscar contra éstas. El slogan de campaña “con la democracia se come, se cura y se educa” fue la mejor combinación imaginable de ambas tradiciones, y está en la base del enorme arrastre que tuvo el alfonsinismo: no tanto por ofrecer mejoras en la calidad de vida, algo en lo que el peronismo podría tener mucho más prédica, sino en articular esas demandas como un proyecto emancipador.

Y si por cierto la consigna no expresa los resultados de aquel gobierno, sí representa los conflictos de la época, y hoy la machacosa referencia a la capacidad de diálogo del ex presidente oscurece las bases confrontativas y el contenido económico y social sobre las que lo imaginó. De una lectura de cualquier diario de la época surge lo evidente: junto a la restauración de los derechos humanos, los controles de precios y las políticas sociales fueron las políticas públicas con las que el alfonsinismo se armó para dirimir la dicotomía entre el pueblo argentino y sus enemigos, con la figura paternal del presidente al frente de un Estado que debía garantizar el éxito del primero.

Para incorporar en clave liberal la amenaza herética del pueblo contra sus enemigos, Alfonsín desplazaba el conflicto y el consenso hacia terrenos imaginarios, en donde el acuerdo no matara al poder populista, y en donde la demanda populista irreductible no cerrara todas las puertas al acuerdo. En sus concesiones y peleas más memorables, siempre inventaba un “más allá” en el que pudiera justificarse un horizonte de consenso. Podía conciliar con Rico, pero sólo separándolo de un presunto “verdadero” enemigo militar al que seguía combatiendo, inventando que, en realidad, se trataba de un ex combatiente que no buscaba limitar la autoridad del pueblo. O podía confrontar con el sector agropecuario con las fuerzas que le quedaban, pero sólo a condición de pintarlo como falsos ruralistas, dejando la puerta abierta a que los “verdaderos” fueran siempre conciliables. El “no creo que sean productores agropecuarios” del ’88 creaba de forma implícita el “héroe de Malvinas” del año anterior: la convivencia simultánea del irreconciliable enemigo del pueblo con alguna forma, real o imaginaria, de contraparte con la que el acuerdo fuera posible. En sostener esa tensión, Alfonsín invirtió buena parte de su capital político, y el poderoso esquema que impuso comenzó a reconfigurar la política argentina. Le garantizó a la UCR una vida que antes y después todos daban por acabada y, más importante aún, le proveyó a la renovación peronista del libreto básico para reescribir su propia tradición.

A Alfonsín no le faltó fuerza, ni capacidad de confrontación, ni imaginación para hacer de esa lucha un modelo sustentable. Alfonsín falló en un elemento clave sobre el que se monta el atractivo populista y que Perón sí logró tener de su lado, y es que la entrega de resultados efectivos y tangibles se haga parte de su cultura política. Como bien señala Sidicaro, los límites de ese poder creativo estaban en que la Argentina ya no tenía Estado y que el desgaste de quien lo encabezara estaría en relación directa al tamaño de la apuesta. Y Alfonsín había apostado en grande, pero su proyecto se hundió en la brecha abierta entre la apuesta y sus posibilidades.

Que Enrique Nosiglia encabezara las ceremonias de esta semana quizá sobreexpone los límites de aquel proyecto. Nosiglia fue un funcionario político de los ’80 que integró el liderazgo de la Junta Coordinadora Nacional. Sobre ella se montó la idea del “Tercer Movimiento Histórico,” la expresión más acabada del liberalismo populista que Alfonsín llegó a imaginar. Basta revisar los diarios de la época para ver el horror que provocaba en aquellos en quienes debía provocarlo. En la Coordinadora convivían jóvenes dirigentes que aportaban sus dosis (módicas o abundantes) de las cualidades que se apreciaban en aquel entonces: saberes técnicos, destreza en las instituciones ejecutivas y legislativas, preocupación por el armado de estructuras territoriales y, sobre todo, la vocación por la argumentación pública y la construcción de voluntad política. Nosiglia carecía de todas esas virtudes, y su carisma se construía “en oposición” a ellas, como el hombre capaz de enmendar en la oscuridad de los salones ocultos aquello que la política pública no lograba resolver. Era quien venía a decirles a los hombres de la política y a los hombres de Estado que la política y el Estado estaban en retirada. No es que antes no hubiera habido operadores políticos, sino que el atractivo que generaba su figura en los ’80 expresaba en verdad los límites del proyecto para el que servía, y anticipaba el espacio público degradado de la década siguiente.

Pero la foto de esos límites está lejos de ser una historia completa. En un país de desigualdades crecientes que al Estado le quedaban cada vez más grandes, la mayor contribución del alfonsinismo fue asegurar que la normativa democrática quedara legítimamente atada a la cuestión social, aun si en tratar de asegurar ese vínculo se cerraban las puertas de su propio éxito.

En parte, lo limitado de aquella transformación se ve en las versiones más patéticas de las tradiciones liberales y populistas que reemergen hoy en la política. La formulación más completa de las distintas versiones del liberalismo argentino y sus enormes limitaciones puede leerse en los lamentos progresistas por la violencia piquetera, volcados desde las páginas del diario que mayor continuidad evoca con la violencia del terrorismo de Estado. Y el funcionario Jaime, diciendo que el 28 de junio próximo se elige “entre un modelo de inclusión social o un modelo de la oligarquía”, muestra el oxímoron de un populismo que no confronta. En verdad, las formas con las que tanto el Gobierno como Carrió o Cobos asumen los viejos ropajes populistas y republicanos desatiende por completo las dinámicas sociales y las políticas públicas sobre las que en verdad se paran. Lo irreal de sus proclamas es, en verdad, el lado menos dañino. Lo peor es lo real de las mismas, la renuncia a poner la creatividad al servicio de inventar nuevas tradiciones políticas que movilicen fuerzas de cambio, como Perón o Alfonsín lo hicieron en su momento con suerte diversa. La decisión de perpetuar los alineamientos establecidos es un acto regresivo en sí mismo, aun (o mucho más) si se hace en nombre del progresismo, porque reproduce un statu quo que ya está más que maduro para pasar a retiro, y condena a la sociedad a elegir entre distintas versiones de la muerte política. Disfrazados del rescate de viejas tradiciones, los llamados a luchar contra la oligarquía o a salvar la república son un reflejo conservador como pocos, negarse la posibilidad de parir algo nuevo, y en ese mismo acto, negárselo al país. Una de las renuncias que Alfonsín, literalmente a cualquier costo, se negó a hacer.


Publicado en Página 12, Domingo 5 de abril 2009

miércoles, 1 de abril de 2009

El día que abuchearon y silbaron a Raúl Alfonsín.

Creo que corría el año 1988, el Secretario de Agricultura y Ganadería de la Nación Ernesto Figueras (integrante de la Sociedad Rural Argentina) al que las entidades gremiales agropecuarias reconocían como uno de los suyos dentro del gobierno radical, se esforzaba por defender los intereses de su sector en un intento de atemperar los reclamos del "campo". No obstante, durante la inauguración de la tradicional exposición de la entidad de Palermo, el Presidente de la Nación Raúl Alfonsín fue fuertemente abucheado y silbado por la concurrencia que ocupaba las gradas de la pista principal del predio ferial de la Sociedad Rural Argentina.

El presidente de la SRA Guillermo Alchouron ( afiliado radical) por aquel entonces diagnosticaba que el problema principal de la economía argentina era el deficit fiscal: el gobierno " confisca una parte sustancial del ingreso de la producción agropecuaria para cubrir el déficit de la ineficiencia estatal" .

El Gobierno Nacional anunciaba la eliminación de retenciones a 500 productos agropecuarios , en un intento de evitar las jornadas de protesta que proponía la CARBAP integrante de CRA que calificaba las medidas económicas oficiales como "un socialismo trasnochado" y enfatizando que la opción en juego es " disolución a corto plazo o restauración nacional" ya que la Patria "esta en peligro".

En estos días de duelo nacional por el fallecimiento de Raúl Alfonsín, que todos los medios masivos nacionales se encargan de resaltar como "el padre de la democracia " y demas lugares comunes, apelando al sentimentalismo ramplon, estaría bueno que alguien me explicara porque los seguidores del que se banco esos abucheos y silbidos hoy se hacen los distraidos, poniendose contentos y están a gusto desfilando del brazo en cortes y marchas por los rosedales de Palermo.

Serán cosas que tienen que ver con la consecuencia en el pensar, decir y hacer, no me cabe duda que algunos vienen desde siempre jugando para el mismo lado y si algo les tenemos que reconocer es de ser persistentes y perseverantes, siguen repitiendo las mismas consignas y fundamentalismos ideológicos desde hace décadas.
Para que quede claro, hablo de los silbadores, por los seguidores del silbado solo siento verguenza ajena. Que en paz descanse.

Saludos Cordiales.