Lo que plantea la película es políticamente tan incorrecto que El día del juicio final no se estrenó comercialmente en los cines en los Estados Unidos, pasando directamente al DVD. Se sabe, y hay muestras a rolete: allí hay temas que no les gusta ver, ni hablar, por lo que se intuye el destino del filme: la tortura a la que se somete a un ciudadano estadounidense convertido al islamismo por parte de un compatriota, con la aprobación de los altos mandos del Gobierno.
No es que le falte elenco al filme del australiano Gregor Jordan (que filmó, en parte, en Buenos Aires The Informers , no estrenada aquí): Samuel L. Jackson es “H”, el inquisidor profesional ; Michael Sheen ( La reina ), el terrorista, y Carrie-Anne Moss ( Matrix ), la agente que parece ser la única con sensibilidad y sentimientos en un grupo de hombres -militares, agentes y políticos- que consienten que a Steven le corten los dedos, apliquen picana, vaya uno a saber qué le hacen en la boca y varios etcéteras más, que si bien no se ven en primer plano, son suficientemente elocuentes como para generar repulsión.
Precisamente ese sentimiento es el que genera la controversia en la película, que manipula información y se vale de la remanida frase “mejor que sufra/muera uno a que mueran millones”, ya que Steven envió un video en el que muestra que colocó tres bombas nucleares en tres distintas ciudades, y si el Gobierno no accede a un petitorio que todavía no difundió, explotarán. Quedan cuatro días para que eso suceda, y el terrorista se deja atrapar mansamente. Está dispuesto a todo.
Lo mismo que el director Jordan, ya que es fácil adivinar que le lluevan palos por la agresión física que recibe el presunto terrorista (presunto, porque nadie sabe si las bombas existen o no) y las actitudes de “H”, a las que Jackson le agrega todo su sarcasmo.
Pero la posibilidad de que lo que se cuente pueda ocurrir, esto es, que fuerzas de seguridad de los EE.UU. realicen este tipo de tortura ante presuntos terroristas, no parece muy lejano de la realidad, tras lo que se sabe que sucedió en Medio Oriente. Allí radica el asunto principal, el tema de fondo de un filme que tiene suspenso constante, escenas apenas tolerables y un sinfín de preguntas sin respuestas.
Por Pablo O. Scholz. Todas las criticas aquí.
No es que le falte elenco al filme del australiano Gregor Jordan (que filmó, en parte, en Buenos Aires The Informers , no estrenada aquí): Samuel L. Jackson es “H”, el inquisidor profesional ; Michael Sheen ( La reina ), el terrorista, y Carrie-Anne Moss ( Matrix ), la agente que parece ser la única con sensibilidad y sentimientos en un grupo de hombres -militares, agentes y políticos- que consienten que a Steven le corten los dedos, apliquen picana, vaya uno a saber qué le hacen en la boca y varios etcéteras más, que si bien no se ven en primer plano, son suficientemente elocuentes como para generar repulsión.
Precisamente ese sentimiento es el que genera la controversia en la película, que manipula información y se vale de la remanida frase “mejor que sufra/muera uno a que mueran millones”, ya que Steven envió un video en el que muestra que colocó tres bombas nucleares en tres distintas ciudades, y si el Gobierno no accede a un petitorio que todavía no difundió, explotarán. Quedan cuatro días para que eso suceda, y el terrorista se deja atrapar mansamente. Está dispuesto a todo.
Lo mismo que el director Jordan, ya que es fácil adivinar que le lluevan palos por la agresión física que recibe el presunto terrorista (presunto, porque nadie sabe si las bombas existen o no) y las actitudes de “H”, a las que Jackson le agrega todo su sarcasmo.
Pero la posibilidad de que lo que se cuente pueda ocurrir, esto es, que fuerzas de seguridad de los EE.UU. realicen este tipo de tortura ante presuntos terroristas, no parece muy lejano de la realidad, tras lo que se sabe que sucedió en Medio Oriente. Allí radica el asunto principal, el tema de fondo de un filme que tiene suspenso constante, escenas apenas tolerables y un sinfín de preguntas sin respuestas.
Por Pablo O. Scholz. Todas las criticas aquí.
Sabemos que lo impensable ha ocurrido y seguirá ocurriendo, mas allá de una película o de que se lo califique de políticamente incorrecto. Esta película es bastante engañosa, de hecho el final pareciera justificar que el torturador se quedo corto.
Como estamos convencidos que siempre la realidad supera la ficción, el domingo nos fuimos al cine con mis hijos y durante mas de dos horas hicimos como que los Transformers son una realidad, después de todo conozco unos cuantos que hace rato se la pasan dando vueltas y no son parte de un guión cinematográfico.
Saludos Cordiales.
Como estamos convencidos que siempre la realidad supera la ficción, el domingo nos fuimos al cine con mis hijos y durante mas de dos horas hicimos como que los Transformers son una realidad, después de todo conozco unos cuantos que hace rato se la pasan dando vueltas y no son parte de un guión cinematográfico.
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