jueves, 22 de septiembre de 2022

EL HUEVO DE LA SERPIENTE ESTÁ ROTO: EL ATENTADO A CFK Y LA GUERRA QUE YA LLEGÓ.

 

PREGUNTAS URGENTES: "¿tiene algo que ver el modo de acumulación económica que se ha impuesto como inevitable –y la consecuente conquista de nuestros recursos estratégicos por parte del capital financiero– con la emergencia de la violencia política en el país? ¿Hay alguna analogía entre la incapacidad estatal de ejercer soberanía sobre el territorio y su inoperancia a la hora de salvaguardar la vida de las autoridades elegidas por el pueblo? ¿Puede la democracia tener alguna posibilidad de cumplir con sus promesas, de tornarse sustantiva, sin un conocimiento cabal de los poderes que la carcomen y los enemigos que la agreden?

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"Dicen que el principal propósito de un magnicidio no es la eliminación física del objetivo, sino el estado de conmoción pública que la acción provoca. En ese sentido puede decirse que el atentado de Sabag Montiel ha sido exitoso. Mostró hasta qué punto el sistema es frágil. Puso en evidencia su incapacidad para reaccionar. Y dejó plantada una amenaza que nadie sabe si tendrá réplicas. La única manera de desactivar esa bomba es tener la inteligencia suficiente para suspender una guerra que, sin embargo, todo parece indicar que ya llegó."

EL ATENTADO A CFK Y LA GUERRA QUE YA LLEGÓ.

El intento de asesinato a la principal figura política del país pone sobre la mesa una pregunta urgente: ¿de dónde viene la violencia política hoy? Los avances en la causa judicial muestran día a día la existencia de un trasfondo organizacional y de conexiones que descartan la posibilidad de que estemos ante un lobo solitario. En esta investigación proponemos leer el intento de magnicidio en el marco del contexto geopolítico signado por la guerra en Ucrania. Y exploramos algunos indicios sorprendentes que muestran la consistencia de las redes neonazis trasnacionales, especialmente las que se articulan en torno al Batallón Azov.

POR EQUIPO DE INVESTIGACIÓN POLÍTICA (EDIPO)

ILUSTRACIONES: MARTÍN RATA VEGA

REVISTA CRISIS

Nota completa 👇👇

https://revistacrisis.com.ar/notas/el-atentado-cfk-y-la-guerra-que-ya-llego

lunes, 8 de agosto de 2022

La tercera delegación del peronismo de Cristina en la eterna búsqueda del verdadero peronismo que siempre esta por venir...


 Hace 46 años que vivimos en el relato neoliberal, desde el reseteado macroeconómico y sociopolítico argentino del año 1976, todo fue desguace del Estado de Bienestar nacional y popular, la recuperación en octubre de 1983 de elegir por el voto de los ciudadanos los gobernantes, abrió paso a un consenso democrático neoliberal que mas allá de la retorica se mantuvo incólume, por largos periodos se profundizó y quizás solo entre los años 2002 al 2015 con la administración del peronismo K se le aplicó un freno de mano al recetario ortodoxo del famoso Consenso de Washington, mas producto de las imposibilidades de la política del ajuste permanente que dejaba la implosión del 2001 que de algún guion superador del modelo impuesto globalmente. 
Por autopercibirnos como otra cosa estamos como estamos, un estado neocolonial que tributamos vasallaje al imperio de las corporaciones trasnacionales que administran los Fondos Financieros Internacionales y disciplinados con la OTAN.

 Desde su unción como candidato pensé que el gobierno de Alberto Fernández era la administración del massismo realmente existente, ahora con esta tercera delegación del peronismo de Cristina en Sergio Massa en persona, veremos si puede prosperar que el massismo finalmente encauce el verdadero peronismo que siempre esta por venir...

Funcionara? se pregunta e intenta responder en interesante nota Federico Zapata:

La llegada de Sergio Massa al gabinete nacional está destinada a generar un “efecto halo”: sobre la base de una serie de características personales, principalmente su audacia y pragmatismo, el momento político parece inferir que el ascenso del jedi criollo bastará para devolverle el equilibrio a la galaxia del Frente de Todos. Y no sólo un equilibrio. Un equilibrio con un norte. ¿Funcionará?

Sin menospreciar el rol que los liderazgos tienen en la hechura de la historia, quisiera reflexionar sobre la dinámica estructural en donde se inserta el “superministro”. Efectivamente, el calificativo con el que se bautizó el arribo de Massa al gobierno nacional habla más de las tareas extraordinarias que se le asignarán que del rediseño conceptual y político que el Frente de Todos debería transitar para acompañar su desembarco.

Al respecto, la coalición oficialista se ha caracterizado por tres dinámicas estructurales que moldearon la experiencia gubernamental en sus distintas fases: loteo de poder, de relato y de la maquinaria gubernamental. Massa debería resolver los efectos nocivos de este triple loteo si pretende que sus cualidades personales no choquen con el Muro de la “Invernalia” frentetodista.

Analicemos entonces las dinámicas estructurales que el ex jefe de gabinete deberá, en el peor de los casos, navegar o surfear (sin naufragar), y en el mejor de los casos, transformar.

Empecemos por el loteo del poder. La coalición funciona desde el momento cero dividiendo el poder y la autoridad política. El Frente de Todos es una suma de debilidades, razón por la cual, todos los protagonistas de la saga pujan por evitar, que las ganancias relativas de alguno de sus miembros se transformen en una ventaja permanente y diferencial. Para que todos sigan teniendo acciones en este juego coalicional sub-óptimo, es necesario evitar un superpoder.

Paradoja del destino. El kirchnerismo, que nació en 2003 como un proceso virtuoso de concentración de poder y reconstrucción de la autoridad política perdida en el big bang del 2001, ha devenido, en esta versión vernácula, en su némesis: un disgregador de poder y deconstructor serial de la autoridad política del sillón de Rivadavia. En otros términos, si a Massa la va bien, se lo cuestionará precisamente porque le va bien.

La segunda dinámica estructural es el loteo del relato. El cuarto kirchnerismo se encuentra atravesado por una crisis de su marco teórico-narrativo, que se traduce en micro disputas de agendas en la arena gubernamental y mediática. La ausencia de un relato común sobre el futuro ha subsumido a la coalición en una especie de pelea por el pasado, un neo-revisionismo histórico intra-partidario. Hay que alambrar el presente y el futuro en el pasado.

Esa cancelación de la función prospectiva de la política genera una polarización interna en torno a dos momentos históricos del “mito kirchnerista”: la precuela (2003-2008) y la saga principal (2008-2015). Como la fantosmia que popularizó la pandemia, la coalición atraviesa los desafíos del presente creyendo oler fragancias del pasado. Cada obstáculo, es una oportunidad para saldar el pasado, o a lo sumo, para repetirlo. Como en Dark, la serie alemana, el Frente de Todos se encuentra atrapado en el tiempo.

La tercera dinámica estructural es el loteo de la arena gubernamental, que ha operado desde el minuto uno, complejizando la capacidad del Estado para intervenir y gerenciar la realidad. La crisis de septiembre de 2021, a raíz de la derrota nacional del Frente de Todos en las PASO, escaló esta disfuncionalidad a un nuevo peldaño. Es decir, hasta septiembre, el gobierno funcionaba loteado, entrópicamente, pero funcionaba. A partir de la crisis de septiembre, a la entropía se la fagocitó la ruptura total del espíritu de cuerpo y de la cadena de mandos. La falta de cuidado y la frialdad de la dirección colegiada que encarnaban en ese momento los Fernández (Alberto y Cristina) en relación con los funcionarios de primera, segunda, tercera y cuarta línea, dinamitó los incentivos indispensables para amalgamar cualquier empresa colectiva.

Si el cuestionamiento a las tareas que cumplen los funcionarios es el producto de un no-alineamiento con una facción determinada (el cristinismo) más que el resultado de una performance, y el supuesto “conductor” de la otra facción (Alberto Fernández) negocia la supervivencia de la coalición a costa de sus funcionarios, el incentivo organizacional es, parafraseando la epístola de CFK, no funcionar. Basta con pasar de ser percibido (parálisis institucional) o planificar el día después (fuga de la responsabilidad).

En este marco y en este sentido, el proceso de reconversión de Sergio Massa en un Giulio Andreotti requerirá mucho más que sus cualidades personales. Exigirá de un equipo con envergadura técnico-gubernamental (no solo tecnócratas), de un programa exitoso de estabilización de corto plazo y, sobre todo, de una acción sostenida de desarticulación de la disfuncional dinámica estructural del Frente de Todos. El Cavallo del 1991 es el mismo Cavallo del 2001, pero operando en un dispositivo político absolutamente diferente.

La tarea no es fácil, entre otras cosas, porque el sistema de triple loteo es difícil de manipular y/o de reconvertir, y porque el diseño institucional argentino, es presidencialista. En este sentido, el presidente sigue siendo Alberto Fernández, no el superministro. Argentina se parece bastante poco a la Dinamarca de Borgen y requiere siempre del sillón en el que se sentaron desde Roca a Yrigoyen, desde Perón a Menem, desde Néstor Kirchner a CFK. Un pueblo y un diseño institucional en cuyo preámbulo reza la frase de Martín Fierro: “Tiene el gaucho que aguantar hasta que lo trague el hoyo, o hasta que venga algún criollo en esta tierra a mandar.”

Y es en este punto donde emerge un problema central, que se ha ido solidificando al calor de esta “Guerra de los Roses”: la crisis de reputación. ¿A quién debería escuchar y en quién debería creer la sociedad y el poder económico? ¿Quién manda en el peronismo? ¿Quién dirige la administración pública? ¿Quién es la voz autorizada en el plano externo? ¿Con quién negocian empresarios y trabajadores? Estas preguntas, que deberían estar asociadas a respuestas más o menos unívocas remiten, sin embargo, a una especie de crisis de subjetividad cuasi-hobbesiana.

La reputación, a diferencia de la imagen, no se modifica en el corto plazo y resulta crítica para poder enfrentar crisis como las que atraviesa el país. Si la primera fase del Frente de Todos (desde la pandemia a la elección de septiembre) puso en crisis la reputación de la figura presidencial, la segunda etapa del experimento (entre las epístolas de CFK y la renuncia de Martín Guzmán) puso en crisis la reputación colectiva de todo el edificio. A desgano, habiendo fracasado Manzur y los “profesionales”, Scioli y Batakis, el presidente y la vicepresidente se han visto obligados a empoderar a Massa. ¿El último disyuntor?

Visto desde este ángulo, Massa tendrá, en el corto plazo y de lograr estabilizar la economía, la ventaja de ecualizar con la agenda de época de una sociedad cansada de vivir de crisis en crisis, pero a costo de tensionar la agenda interna del polo de poder cristinista. Un poco el juego inverso al que está sujeta la figura de CFK: galvanizar el frente interno al son de su yihad, pero a costa de tensionar la relación con la sociedad y la resolución de los problemas principales del país. ¿Cómo encastrará este juego precario de equilibrio de poder, en el marco de una presidencia débil y asediada, pero presidencia al fin? Estamos ingresando a la tercera etapa del Frente de Todos.


Nota publicada en Panamá revista.

 


miércoles, 15 de junio de 2022

A 40 años de la rendición en la Guerra de Malvinas, una efeméride que incómoda al patrioterismo militarizante...




Para los de mi generación la "sorpresiva" rendición en Malvinas después de una descarada campaña militarista de propaganda triunfalista que nos tenía aturdidos, efectuada por todos los medios periodísticos escritos, radio y televisión, desencadenó el comienzo de que todos los desastres socioeconómicos y atrocidades humanas perpetradas por el gobierno de la dictadura del golpe de estado del 76 comenzarán a debatirse públicamente, después de 6 años de terrorismo de estado, censuras, mentiras y campañas de miedo.

En estos tiempos de recrudecimiento de las Guerras Globales y pese a que nos cuesta creer que estemos en el marco de una tercera guerra mundial, los gobiernos de la Democracia nacida de la catástrofe de la guerra de Malvinas deberían volver a recordar el 14 de junio de 1982 como fecha para trabajar la memoria y la verdad histórica en lugar de "homenajear" el día que la dictadura militar inició el desembarco de tropas en las islas como parte de un demencial plan que no sólo produjo la muerte directa a 649 soldados y secuelas en miles de conscriptos argentinos sino que geopolíticamente nos condenó como país a la permanente amenaza de una base de la OTAN con armamento nuclear en nuestro litoral marítimo.

Saludos Cordiales, Buena Suerte y Buenas Noches.










miércoles, 18 de mayo de 2022

“El neoliberalismo es una de las fuentes del ascenso de las formas fascistas y autoritarias”


 La filósofa, politóloga y docente Wendy Brown conversó con Verónica Gago en el ciclo de debates feministas “Conversas Latino-Americanas”, a pocos días de la derrota de Trump y en la víspera del lanzamiento de su libro “En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en Occidente” (Tinta Limón, Traficantes de Sueños y Futuro Anterior). En la charla, Brown habla de la supervivencia del trumpismo, de la demonización de la democracia por parte del neoliberalismo y de la necesidad de resignificar desde la izquierda el concepto de libertad para despegarlo de la carga agresiva y antiestatal que le imprime la derecha.

¿Qué significa esta idea de las ruinas del neoliberalismo?

Tenemos que pensar que la expresión “las ruinas” refiere a algo que ya está viejo pero que, sin embargo, no terminó. Uso el término “ruinas” porque aun estamos viviendo en el neoliberalismo, el neoliberalismo no ha terminado, pero está en un proceso de decadencia. Muchas cosas se están derrumbando o arruinando. En el aspecto económico, el neoliberalismo dispersó y dislocó a las comunidades, las regulaciones estatales desaparecieron y muchas empresas locales fueron sustituidas por empresas globales. Todo esto redundó en que millones de personas en todo el mundo empeoraron su situación, quedaron en la precariedad. Nunca, desde la Gran Depresión, la clase trabajadora estadounidense había estado en una situación de tanta debilidad y con un futuro tan complicado. Estas son las ruinas económicas del neoliberalismo.

Pero la ruina es, incluso, mucho más que económica. Es la ruina de una manera de organizar y de gobernar que da valor a la moralidad tradicional como única forma buena de organización: los mercados y la moralidad tradicional. Las formas espontáneas y libres de asociación, la soberanía de los pueblos, los proyectos de justicia social y de igualdad, todos son demonizados por el neoliberalismo, que no busca la libertad, busca imponer un modelo de ingeniería social. El neoliberalismo es una forma de totalitarismo. Así, después de 40 años de estas políticas económicas y de esta manera de razonar, tenemos, en muchas sociedades industrializadas, una clase trabajadora que se reconvirtió a formas más baratas de trabajo, los salarios se han reducido. Lo mismo pasa con la educación o con la infraestructura, que están en ruinas. Pero el neoliberalismo es responsable también de la pérdida de confianza en la democracia. Se trata de un ataque a la democracia en términos de justicia social, de redistribución, de igualdad. Mientras tanto, se subsidia a los mercados y se promueve la moralidad tradicional. Al mismo tiempo, el neoliberalismo trajo nuevas formas de desigualdad social que antes no existían. Hay muchas maneras de medir este fenómeno, pero una de las que mejor lo ilustran es el hecho de que una sola persona posee más riqueza que 5 billones de personas. O, dicho de otro modo, 22 hombres tienen más dinero que todas las mujeres de África. Esto indica que está pasando algo distinto de lo que estaba en los planes originales: el asalto plutocrático a las instituciones. Esta clase plutocrática, que asaltó los poderes institucionales, constituye un poder antagónico a la democracia que se vale de ese poder político para garantizar su propia posición. Sin embargo, al mismo tiempo que se vale de ella, el poder plutocrático quiere suprimir la democracia, a primera vista, algo opuesto a lo que [los fundadores del neoliberalismo] tenían en mente en el comienzo. Lo que la plutocracia está haciendo hoy es crear una economía que les garantice el monopolio del poder sin necesidad de recurrir a las instituciones de la democracia. Esto pasa en Brasil y en otras partes de América Latina, pero también en Estados Unidos. Los valores de la democracia son sustituidos por una voluntad agresiva de poder. Los plutócratas, en coalición con las iglesias evangélicas, demonizan a la democracia y al estado social en nombre de una idea muy particular de libertad, agresiva y antisocial.

NOTA Completa👉 https://www.eldiplo.org/notas-web/el-neoliberalismo-es-una-de-las-fuentes-del-ascenso-de-las-formas-fascistas-y-autoritarias/

LIBRO en PDF👇https://traficantes.net/sites/default/files/pdfs/TDS_map64_Brown_web.pdf

jueves, 28 de abril de 2022

El programa liberal es siempre nuevo… La derecha youtuber.


¿Qué hay de nuevo en la extrema derecha?
Por María Esperanza Casullo
La derecha youtuber encarnada por Javier Milei es presentada como un fenómeno novedoso. Pero sus principales rasgos –neoliberalismo extremo, desfachatez mediática...– ya estaban presentes en otras experiencias del pasado. ¿Por qué cada vez que surge una fuerza de derecha la narrativa dominante la interpreta como algo radicalmente nuevo?
Imaginen Buenos Aires, Argentina, en un año sin determinar. Hace poco ha concluido un gobierno que implementó una serie de políticas orientadas a reducir la regulación de la economía, atraer inversión externa, disminuir el costo salarial y a reducir el empleo estatal. Su política económica, con un tinte fuertemente tecnocrático, estuvo a cargo de economistas con títulos de posgrado obtenidos en las más prestigiosas universidades de Estados Unidos o con carreras en las finanzas internacionales. El núcleo directivo del gobierno tenía lazos con las familias notables de Argentina; varios ministros y funcionarios de alto rango ostentaban apellidos patricios. En un primer momento, los capitales fluyeron hacia el país y generaron ingentes oportunidades de negocios financieros. Sin embargo, el programa económico falló: el gobierno no pudo controlar la inflación, y los dólares se fueron tan súbitamente como habían entrado. Al poco tiempo asume un nuevo gobierno, con un discurso de inclusión y de moderada redistribución. Por diversos motivos, sin embargo, el nuevo gobierno no logra cumplir del todo sus promesas de reparación económica.
En este contexto aparece una fuerza nueva, que se reivindica como orgullosamente liberal. En ella convergen algunos representantes históricos del liberalismo argentino con nuevas figuras que usan un lenguaje llano y se manejan con comodidad en los escenarios televisivos. Explican el fracaso del gobierno anterior (que se presentaba como liberal y al cual apoyaron mientras duró) por su naturaleza gradualista y tibia. Sin tapujos, sostienen la necesidad de avanzar con reformas de fondo y privatizar todos los servicios estatales, incluidos la salud y la educación. Sus figuras, jóvenes y desestructuradas, son fotografiadas en las tapas de las revistas y causan un módico escándalo por usar malas palabras en programas de alto rating. Se presentan como una derecha plebeya, no aristocrática. Combinan esa modernidad de imagen con un discurso que sostiene los roles tradicionales de género; una candidata afirma: “En mi casa manda mi marido”.
Tienen llegada a la juventud: ganan el centro de estudiantes de una importante facultad y llenan el Luna Park. En su momento apoteósico, revientan el estadio de River en un acto multitudinario y obtienen el 10% de los votos y la tercera posición en la Ciudad de Buenos Aires. Poco después, su máximo referente pide que el Congreso dicte “una ley declarando que las Fuerzas Armadas libraron en la década de 1970 a 1980 una guerra antisubversiva por mandato de dos presidentes constitucionales, y que el triunfo en esa guerra hizo posible que la ciudadanía restaurara las instituciones democráticas”.
Los hechos que se relatan sucedieron hace varias décadas. El gobierno neoliberal fracasado es el de la dictadura militar; el que intentó un redistribucionismo moderado, el alfonsinista. La fuerza política novedosa en ese momento era la UCEDE. La candidata que salía en las tapas de la revista Gente era Adelina D’Alessio de Viola, que se hizo famosa por exclamar “Socialismo, las pelotas” en el programa de Susana Giménez. De esa época quedaron títulos como “La Fuerza de Adelina” (revista Redacción) o “Soy la negra de la UCEDE” (revista Gente). En aquel momento, el gran historiador Carlos Altamirano publicó el artículo “¿Realmente, hay una nueva derecha en Argentina?” (1).
Si se adelantan 30 años en el tiempo, la situación tiene muchos puntos de contacto. En el momento de desencanto, luego de un gobierno de derecha que fracasó económicamente, y en un momento de frustración económica, surge otra fuerza de derecha liberal, cuya figura más visible es Javier Milei, que capitaliza el desencanto con las dos opciones mayoritarias en un contexto de pandemia y crisis económica. Sus referentes combinan desfachatez mediática con supuesta tecnocracia economicista. Acusan a la experiencia de derecha anterior de tibia, gradualista y “buenista”. Prometen reformas de cuajo y cirugía mayor. Se jactan de convocar a la juventud, a la cual efectivamente reúnen en el espacio público. Sus dirigentes son varones, pero tienen un puñado de mujeres jóvenes que reivindican el antifeminismo. Las encuestas les otorgan alrededor de 10% de intención de voto en la Ciudad de Buenos Aires, su centro de influencia.
Los párrafos precedentes intentaron mostrar los parecidos y las continuidades entre dos apariciones de derecha que fueron leídas como “nuevas” en sus respectivos momentos. Por supuesto, para ello se exageraron las similitudes y se forzaron los paralelos históricos. Cambiemos llegó al poder en 2015 mediante un proceso totalmente democrático y también fue así derrotado; el Frente de Todos expresa una coalición que nace de una experiencia de doce años de gobierno, con la solidez que da recostarse en el peronismo en el Congreso y las provincias. Hay diferencias notorias entre la UCEDE de los 80 y la derecha youtuber estilo Milei. El objetivo de la comparación no es discernir qué hay de nuevo o de viejo en esta derecha, sino preguntarse por qué las interpretaciones actuales se enfocan en las novedades y desestiman las continuidades.
El programa liberal es siempre nuevo…
Hace ya dos décadas, en un seminario de investigación universitario en el cual se discutían algunos textos sobre el desarrollo histórico de las organizaciones de la sociedad civil en Argentina, un reconocido historiador dijo que había dos maneras básicas de aproximarse a la investigación histórica: la primera consistía en encontrar las rupturas, las innovaciones, el surgimiento de “lo nuevo”; la segunda, localizar las continuidades, las cosas que se transforman pero no desaparecen, los rastros del pasado en los sucesivos presentes. El desafío, por supuesto, es que en todo evento histórico de importancia se combinan ambas cosas: lo nuevo y lo viejo, entrelazados. Por ejemplo, se pueden leer las revoluciones burguesas del siglo XVIII como la aparición de algo radicalmente nuevo en la historia humana, o se puede echar luz sobre el modo en que los revolucionarios hicieron uso de las instituciones del propio sistema feudal y el Estado absolutista. Se puede apreciar el rupturismo de la Revolución de Mayo o señalar que sus protagonistas estaban imbuidos de un “republicanismo de la plaza” de larga tradición en la cultura política española. (Los historiadores verdaderamente grandes, como Tulio Halperin Donghi, son capaces de ver ambas cosas al mismo tiempo). Entonces, contrastar lo nuevo y lo viejo, sopesar lo uno contra lo otro, dependerá menos del hecho en sí que de las narrativas que se le impongan.
Esta nota no se enfocará en “el fenómeno de la derecha”, sino en algunas lecturas predominantes de ese fenómeno. Como diría Eliseo Verón, la cuestión a tratar no serán tanto sus condiciones de producción, sino sus condiciones de reconocimiento. Y en este sentido, entender por qué tres momentos de ascenso de una “nueva derecha” (la UCEDE en los 80, el macrismo entre 2011 y 2015 y la derecha youtuber hoy) han sido leídos de manera similar.
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