Homenaje a Crisólogo Larralde
El viernes 22 de febrero se conmemorará el 46º aniversario de la muerte del dirigente radical Crisólogo Larralde, acaecida durante un acto realizado precisamente en la ciudad de Berisso.La Comisión de Homenaje de la UCR de Berisso informó que tiene programado para dicha jornada un encuentro de afiliados y ciudadanos en general que se realizará a partir de las 20:30 en la Casa Radical, sita en la calle 11 N° 4481. Al término de dicho acto, se colocará una corona de laureles en el monolito en memoria de Larralde emplazado en el Parque Cívico local.
El viernes 22 de febrero se conmemorará el 46º aniversario de la muerte del dirigente radical Crisólogo Larralde, acaecida durante un acto realizado precisamente en la ciudad de Berisso.La Comisión de Homenaje de la UCR de Berisso informó que tiene programado para dicha jornada un encuentro de afiliados y ciudadanos en general que se realizará a partir de las 20:30 en la Casa Radical, sita en la calle 11 N° 4481. Al término de dicho acto, se colocará una corona de laureles en el monolito en memoria de Larralde emplazado en el Parque Cívico local.
Este pequeño anuncio me motivo esta entrada, (la foto la encontré por otro lado) que como siempre digo con respecto a los homenajes post morten, seria bueno para los que homenajean mas allá de las coronas y discursos de costumbre, seria fundamental que se acuerden de los postulados ideológicos por los que lucho Larralde y como yo soy de los que se quedaron en el 45, les transcribo algunas cosas encontradas por ahí, que decían estos políticos en la época que la política no era light. Saludos Cordiales.
Una singular carrera política - Por Rubén Corbacho (*)
No es frecuente que, circulando por Belgrano, uno se sorprenda al darse cuenta de que hay mucha gente que no sabe a quién responde el nombre de una calle que se llama Crisólogo Larralde. Los más se acuerdan de que fue un dirigente radical, pero no pasa de eso. Y, sin embargo, fue candidato a vicegobernador y gobernador de la provincia y después a la vicepresidencia de la República en las últimas elecciones anteriores a la Revoluci6n del 55. Lo más significativo es que ocupó en su partido todos los cargos posibles y ninguna función pública a lo largo de una carrera política que se prolongó desde la adolescencia hasta su muerte en la tribuna en 1962.
En un reportaje que le hice en 1956 ("Mundo Argentino", que entonces dirigía Ernesto Sábato), me recordó que se había afiliado a la UCR en 1920, a los 18 años; que empezó a hacer periodismo en "La Libertad" de Avellaneda; política en el comité de la juventud de la misma ciudad; hasta que, al llegar la revolución del 6 de septiembre, fue dejado cesante como empleado de la Cancillería y de allí a la cárcel en su primera prisión política. Pero tuvo otras entradas: en 1932, 1951, 1954, 1955. Después, cuando la dictadura septembrina, segura de su triunfo militar, llamó a elecciones en la provincia de Buenos Aires -el 5 de abril de 1931-, Larralde fue como candidato a diputado, pero el gobierno consideró que, dado el resultado del comicio, había que anularlo y eso hizo. De allí en adelante, conseguir un empleo resultaba difícil por su militancia política. En 1936 -así me lo contó entonces- entró como redactor en Termas de Vi1lavicencio y de allí, al año siguiente, a la Asociación de Jefes de Propaganda, donde conoció a don Antonio Mesa, uno de los grandes de la publicidad argentina, que en poco tiempo 1o hizo socio gerente de su agencia (Albatros). En 1941 fue candidato a senador provincial en su provincia, pero las elecciones resultaron fraudulentas y él renunció por considerarlas viciadas de nulidad.
A todo esto, el fraude, las posiciones del gobierno frente a la guerra y las diferencias de ciertos sectores militares abrieron cauce a la revolución de 1943, a Perón y al 17 de octubre. Allí es cuando vuelve a aparecer Larralde. Él y muchos otros habían visto en ciertos grupos opositores una actitud degradante hacia aquellas expresiones del entusiasmo popular y su actitud no era ésa, como no lo era la de quienes integraban el Movimiento de Intransigencia y Renovación, entre cuyos dirigentes estaba. A fines de ese mes de octubre apareció en Avellaneda un pequeño folleto referido a aquellas jornadas: "El ciudadano que escribe este artículo, hijo de una inmigrante que trabajó como sirvienta y de un obrero que perdió hace ocho años su vida mientras conducía un carro, declara que en esa multitud que desfiló encontró gente del pueblo. El autor de este artículo se encontró a sí mismo en los niños de zapatillas rotas y mal vestidos; en muchos o en todos los que fueron tildados de descamisados; el también conoció, con sus cinco hermanos, el hacinamiento en una sola habitación y la promiscuidad de los inquilinatos; supo qué es carecer de medias, ropas y botines y alguna vez comenzó sus estudios secundarios poniéndose pantalones largos de su padre, un saco rehecho por su madre, camisa y sombrero usados, provistos por algún generoso vecino. Lo que ahora salió a la calle no lo sorprende. También habría salido en aquella época; corresponde, pues, tratar de hallar las causas del episodio, extraer de él alguna conclusión, alguna enseñanza, y decir la verdad necesaria para que ese mismo pueblo que desfiló y mucho que lo acompañó sin salir de sus casas comprenda la verdad de su drama y la índole de las soluciones que el país reclama".
El gobierno militar, que aceptaba el retiro de Perón aunque en su mayoría lo apoyaba, llamó a elecciones para el 24 de febrero de 1946 y el radicalismo se presentó allí con Larralde a la vicegobernación de Buenos Aires (Prat a la gobernación) y Perón-Quijano a la presidencia de la Nación. Ganó el peronismo, y Larralde siguió en la lucha. No salió diputado por la minoría, porque su lugar había estado en la fórmula ejecutiva de su provincia, por eso, al llegar la renovación legislativa, le ofrecieron, en 1948, encabezar la lista de candidatos a diputado nacional. Era un lugar seguro, pero prefirió renunciar a él para presentarse como candidato a la intendencia de Avellaneda, allí donde su aporte podía ser directo a la gente de su pueblo. No es lo habitual, pero sí una expresión de su manera de ver la política. Entre tanto, la marcha del gobierno peronista, de la oposición y de las fuerzas armadas llevaron las cosas a la Revolución del 55 y sus consecuencias: la división del radicalismo, el pacto de Frondizi con el peronismo, la fórmula Frondiz-Gómez, de la UCRI, contra Balbín-Gamond, de la UCR del Pueblo y, entre medio, la reforma de la Constitución Nacional, para que la anulación de facto de la del 49 no relegara todo a la vigencia de la del 53. La Convención Constituyente de Santa Fe -no hay que olvidarse de que el peronismo estaba proscrito- poco pudo hacer, pero, así y todo, Larralde, por entonces presidente del comité nacional de su partido, se empeñó en que hubiera aunque fuese un solo artículo en la Constitución que reflejara lo más expresivo de su pensamiento social. Desde aquel momento, el 14 bis de la Constitución es el más mentado por muchos dirigentes sindicales, que nunca se acuerdan del nombre del autor ni de las circunstancias de su sanción. .
La fórmula Frondizi-Gómez se impuso a la encabezada por Balbín en 1958 con el voto de quienes así enfrentaban la proscripción del peronismo. En la provincia de Buenos Aires, Alende superaba a Larralde por las mismas circunstancias. Y ya por entonces, durante la campaña, Larralde mostraba los problemas de salud que lo llevarían a la tumba cuatro años más tarde. El gobierno de Frondizi se inició y se desenvolvió con la oposición de definidos sectores militares, que finalmente terminaron con su derrocamiento y con la consiguiente presidencia de José María Guido convertido en su sucesor. Había que llamar a elecciones para el 18 de marzo de 1962.
El radicalismo bonaerense insistió en Larralde, pero él se resistía: pensaba que era mucho, que ya había sido postulado dos veces sin éxito, que su salud no estaba para eso, pero el apoyo partidario era unánime. Salió a la campaña en enero del 62, a los 60 años, sintiendo detrás de él un apoyo que pocas veces había sentido antes. Lo sintió así en el atardecer del 22 de febrero de 1962 cuando cruzaba la capital de la provincia rumbo a Berisso, donde tenía que encabezar el acto de esa noche. Lo conmovió el apoyo de ese barrio obrero que lo aclamaba. Subió a la tribuna como tantas otras veces, sintiendo la presión de su público, pero, esta vez, también de sus coronarias: por eso le entregó allí mismo sus efectos persona1es a su hijo, a su nuera, a sus íntimos, como una despedida. "Sabía que se iba...", como dijo Balbín al despedir sus restos dos días más tarde en el cementerio de Avellaneda.
No es frecuente que, circulando por Belgrano, uno se sorprenda al darse cuenta de que hay mucha gente que no sabe a quién responde el nombre de una calle que se llama Crisólogo Larralde. Los más se acuerdan de que fue un dirigente radical, pero no pasa de eso. Y, sin embargo, fue candidato a vicegobernador y gobernador de la provincia y después a la vicepresidencia de la República en las últimas elecciones anteriores a la Revoluci6n del 55. Lo más significativo es que ocupó en su partido todos los cargos posibles y ninguna función pública a lo largo de una carrera política que se prolongó desde la adolescencia hasta su muerte en la tribuna en 1962.
En un reportaje que le hice en 1956 ("Mundo Argentino", que entonces dirigía Ernesto Sábato), me recordó que se había afiliado a la UCR en 1920, a los 18 años; que empezó a hacer periodismo en "La Libertad" de Avellaneda; política en el comité de la juventud de la misma ciudad; hasta que, al llegar la revolución del 6 de septiembre, fue dejado cesante como empleado de la Cancillería y de allí a la cárcel en su primera prisión política. Pero tuvo otras entradas: en 1932, 1951, 1954, 1955. Después, cuando la dictadura septembrina, segura de su triunfo militar, llamó a elecciones en la provincia de Buenos Aires -el 5 de abril de 1931-, Larralde fue como candidato a diputado, pero el gobierno consideró que, dado el resultado del comicio, había que anularlo y eso hizo. De allí en adelante, conseguir un empleo resultaba difícil por su militancia política. En 1936 -así me lo contó entonces- entró como redactor en Termas de Vi1lavicencio y de allí, al año siguiente, a la Asociación de Jefes de Propaganda, donde conoció a don Antonio Mesa, uno de los grandes de la publicidad argentina, que en poco tiempo 1o hizo socio gerente de su agencia (Albatros). En 1941 fue candidato a senador provincial en su provincia, pero las elecciones resultaron fraudulentas y él renunció por considerarlas viciadas de nulidad.
A todo esto, el fraude, las posiciones del gobierno frente a la guerra y las diferencias de ciertos sectores militares abrieron cauce a la revolución de 1943, a Perón y al 17 de octubre. Allí es cuando vuelve a aparecer Larralde. Él y muchos otros habían visto en ciertos grupos opositores una actitud degradante hacia aquellas expresiones del entusiasmo popular y su actitud no era ésa, como no lo era la de quienes integraban el Movimiento de Intransigencia y Renovación, entre cuyos dirigentes estaba. A fines de ese mes de octubre apareció en Avellaneda un pequeño folleto referido a aquellas jornadas: "El ciudadano que escribe este artículo, hijo de una inmigrante que trabajó como sirvienta y de un obrero que perdió hace ocho años su vida mientras conducía un carro, declara que en esa multitud que desfiló encontró gente del pueblo. El autor de este artículo se encontró a sí mismo en los niños de zapatillas rotas y mal vestidos; en muchos o en todos los que fueron tildados de descamisados; el también conoció, con sus cinco hermanos, el hacinamiento en una sola habitación y la promiscuidad de los inquilinatos; supo qué es carecer de medias, ropas y botines y alguna vez comenzó sus estudios secundarios poniéndose pantalones largos de su padre, un saco rehecho por su madre, camisa y sombrero usados, provistos por algún generoso vecino. Lo que ahora salió a la calle no lo sorprende. También habría salido en aquella época; corresponde, pues, tratar de hallar las causas del episodio, extraer de él alguna conclusión, alguna enseñanza, y decir la verdad necesaria para que ese mismo pueblo que desfiló y mucho que lo acompañó sin salir de sus casas comprenda la verdad de su drama y la índole de las soluciones que el país reclama".
El gobierno militar, que aceptaba el retiro de Perón aunque en su mayoría lo apoyaba, llamó a elecciones para el 24 de febrero de 1946 y el radicalismo se presentó allí con Larralde a la vicegobernación de Buenos Aires (Prat a la gobernación) y Perón-Quijano a la presidencia de la Nación. Ganó el peronismo, y Larralde siguió en la lucha. No salió diputado por la minoría, porque su lugar había estado en la fórmula ejecutiva de su provincia, por eso, al llegar la renovación legislativa, le ofrecieron, en 1948, encabezar la lista de candidatos a diputado nacional. Era un lugar seguro, pero prefirió renunciar a él para presentarse como candidato a la intendencia de Avellaneda, allí donde su aporte podía ser directo a la gente de su pueblo. No es lo habitual, pero sí una expresión de su manera de ver la política. Entre tanto, la marcha del gobierno peronista, de la oposición y de las fuerzas armadas llevaron las cosas a la Revolución del 55 y sus consecuencias: la división del radicalismo, el pacto de Frondizi con el peronismo, la fórmula Frondiz-Gómez, de la UCRI, contra Balbín-Gamond, de la UCR del Pueblo y, entre medio, la reforma de la Constitución Nacional, para que la anulación de facto de la del 49 no relegara todo a la vigencia de la del 53. La Convención Constituyente de Santa Fe -no hay que olvidarse de que el peronismo estaba proscrito- poco pudo hacer, pero, así y todo, Larralde, por entonces presidente del comité nacional de su partido, se empeñó en que hubiera aunque fuese un solo artículo en la Constitución que reflejara lo más expresivo de su pensamiento social. Desde aquel momento, el 14 bis de la Constitución es el más mentado por muchos dirigentes sindicales, que nunca se acuerdan del nombre del autor ni de las circunstancias de su sanción. .
La fórmula Frondizi-Gómez se impuso a la encabezada por Balbín en 1958 con el voto de quienes así enfrentaban la proscripción del peronismo. En la provincia de Buenos Aires, Alende superaba a Larralde por las mismas circunstancias. Y ya por entonces, durante la campaña, Larralde mostraba los problemas de salud que lo llevarían a la tumba cuatro años más tarde. El gobierno de Frondizi se inició y se desenvolvió con la oposición de definidos sectores militares, que finalmente terminaron con su derrocamiento y con la consiguiente presidencia de José María Guido convertido en su sucesor. Había que llamar a elecciones para el 18 de marzo de 1962.
El radicalismo bonaerense insistió en Larralde, pero él se resistía: pensaba que era mucho, que ya había sido postulado dos veces sin éxito, que su salud no estaba para eso, pero el apoyo partidario era unánime. Salió a la campaña en enero del 62, a los 60 años, sintiendo detrás de él un apoyo que pocas veces había sentido antes. Lo sintió así en el atardecer del 22 de febrero de 1962 cuando cruzaba la capital de la provincia rumbo a Berisso, donde tenía que encabezar el acto de esa noche. Lo conmovió el apoyo de ese barrio obrero que lo aclamaba. Subió a la tribuna como tantas otras veces, sintiendo la presión de su público, pero, esta vez, también de sus coronarias: por eso le entregó allí mismo sus efectos persona1es a su hijo, a su nuera, a sus íntimos, como una despedida. "Sabía que se iba...", como dijo Balbín al despedir sus restos dos días más tarde en el cementerio de Avellaneda.
(*) Periodista que cumplió una larga trayectoria en medios gráficos, radiales y televisivos del país.
Crisólogo Larralde, poeta.
Nació en 1902 cuando Quilmes era un tranquilo pueblo de veraneo, con aire manso y humilde. Aunque la desigualdad gritaba frente a la exhibición de residencias y quintas señoriales y un caserío pobre que le servía de marco.
En una de esas casitas pobres nació Crisólogo, y el barrio y las necesidades le hicieron comprender las primeras lecciones de la cuestión social.
Fiel a su origen, honesto y transparente recordaría, cuando era un importante dirigente de la Unión Cívica Radical, su pasado que lo enorgullecía. Frente a quienes confundían pueblo peronista con los desvaríos fascistoides del coronel, Crisólogo Larralde hizo esta honda y dramática reflexión: “El 17 de Octubre salió el pueblo a la calle y produjo un acto de adhesión al coronel Perón. Creyó que las llamadas conquistas sociales corrían peligro de desaparecer y afirmó su derecho a mantenerlas, vivando al coronel Perón. En este apellido la gente joven ve al realizador de un programa social. El pueblo habló, gritó, desfiló, realizó agresiones, llenó de inscripciones las paredes, dijo lo que le parecía justo”. Y más adelante: “Asistimos a la condenación de las manifestaciones populares del 17 y 18 de Octubre; observamos que diarios, gremios, instituciones y partidos se empeñan en demostrar que los manifestantes no fueron el pueblo ni los obreros auténticos”, Y ofrecía su testimonio descarnado: “El ciudadano que escribe este artículo, hijo de una inmigrante que trabajó como sirvienta y de un obrero que perdió hace 8 años su vida mientras conducía un carro, declara que en esa multitud que desfilo encontró gente del pueblo. El autor de este artículo se encontró a sí mismo en los niños de zapatillas rotas y mal vestidos; en muchos casos o en todos los que fueron tildados de descamisados. Él también conoció, con sus 5 hermanos, el hacinamiento de una sola habitación y la promiscuidad de los inquilinatos; supo que es carecer de medias, ropas, botines y -alguna vez- comenzó sus estudios secundarios poniéndose los pantalones largos de su padre, un saco “rehecho por su madre”, camisa y sombrero usados, provistos por algún generoso vecino.
La infancia y la adolescencia de Larralde no fueron fáciles. La subsistencia de los suyos le exigía trabajar de sol a sol. Pero a la noche leía. Y se preocupaba por el destino de los argentinos.
A los 13 años trabaja en una imprenta y entonces su contacto con la palabra impresa se hace cotidiano, herramienta que no abandonaría jamás. En la Libertad de Avellaneda escribe sus primeras reflexiones políticas.
Cuando Hipólito Yrigoyen llega al gobierno, él tiene 14 años. Le faltan cuatro para votar, pero asume su civismo afiliándose a la Unión Cívica Radical de Avellaneda.
En 1931 es elegido diputado provincial pero el dictador Uriburu anula la elección. Larralde va preso. En 1942 es electo senador provincial. Otro de los senadores electos es Ricardo Balbín. Pero ambos renuncian porque el comicio ha sido fraudulento.
En 1946, Crisólogo Larralde es candidato a vice-gobernador, en 1951 a gobernador. En 1954 la Unión Cívica Radical lo elige candidato a vicepresidente de la Nación.
Con Roque Coulin y Bernardino Horne invierte febriles horas en redactar una versión del Manifiesto de Avellaneda.
En un marco conflictuado por la escisión del partido de un sector que pactó con el ex presidente Perón, Larralde asume la presidencia de la Unión Cívica Radical.
El político esconde con pudor al poeta. Las desazones de un tiempo impiadoso no le hacen perder su inquebrantable fe en los hombres y en el futuro.
Cuando muere tiene entre sus papeles algunos versos manuscritos en el trafago de la campaña electoral:
“Andar sin trabas, ser libre
combatir para los otros
La vida, la hermosa vida
solo se realiza
cuando la vamos dando
paulatina, totalmente
por la vida del hombre ignorado
por el hermano que nos desconoce
y acaso nos golpea
Y entonces, por creer, por querer
impenitentes, incurables utopistas
obstinados
ya ni somos viejos
ni nos envuelve el polvo
ni el corazón afloja
Simplemente nos gastamos
como las piedras que ruedan mucho
y siguen siendo piedras
con vetas de luz
y dureza de juventud”
Aún en la cercanía de su muerte sospechada, Crisólogo Larralde cree en el porvenir que lo sobrevivirá:
“Todo quedó atrás, menos el sueño
mi viejo, mi joven, mi niño
sueño igualitario, libertario, fraternal.
Él marcha delante mio
lo siento, lo veo, lo palpo
Me quema su calor
Me deslumbra su horizonte.
De “La República”. Revista de la Fundación de la República.Año VII. Nro. 27 (21 de Diciembre de 1985).
Nació en 1902 cuando Quilmes era un tranquilo pueblo de veraneo, con aire manso y humilde. Aunque la desigualdad gritaba frente a la exhibición de residencias y quintas señoriales y un caserío pobre que le servía de marco.
En una de esas casitas pobres nació Crisólogo, y el barrio y las necesidades le hicieron comprender las primeras lecciones de la cuestión social.
Fiel a su origen, honesto y transparente recordaría, cuando era un importante dirigente de la Unión Cívica Radical, su pasado que lo enorgullecía. Frente a quienes confundían pueblo peronista con los desvaríos fascistoides del coronel, Crisólogo Larralde hizo esta honda y dramática reflexión: “El 17 de Octubre salió el pueblo a la calle y produjo un acto de adhesión al coronel Perón. Creyó que las llamadas conquistas sociales corrían peligro de desaparecer y afirmó su derecho a mantenerlas, vivando al coronel Perón. En este apellido la gente joven ve al realizador de un programa social. El pueblo habló, gritó, desfiló, realizó agresiones, llenó de inscripciones las paredes, dijo lo que le parecía justo”. Y más adelante: “Asistimos a la condenación de las manifestaciones populares del 17 y 18 de Octubre; observamos que diarios, gremios, instituciones y partidos se empeñan en demostrar que los manifestantes no fueron el pueblo ni los obreros auténticos”, Y ofrecía su testimonio descarnado: “El ciudadano que escribe este artículo, hijo de una inmigrante que trabajó como sirvienta y de un obrero que perdió hace 8 años su vida mientras conducía un carro, declara que en esa multitud que desfilo encontró gente del pueblo. El autor de este artículo se encontró a sí mismo en los niños de zapatillas rotas y mal vestidos; en muchos casos o en todos los que fueron tildados de descamisados. Él también conoció, con sus 5 hermanos, el hacinamiento de una sola habitación y la promiscuidad de los inquilinatos; supo que es carecer de medias, ropas, botines y -alguna vez- comenzó sus estudios secundarios poniéndose los pantalones largos de su padre, un saco “rehecho por su madre”, camisa y sombrero usados, provistos por algún generoso vecino.
La infancia y la adolescencia de Larralde no fueron fáciles. La subsistencia de los suyos le exigía trabajar de sol a sol. Pero a la noche leía. Y se preocupaba por el destino de los argentinos.
A los 13 años trabaja en una imprenta y entonces su contacto con la palabra impresa se hace cotidiano, herramienta que no abandonaría jamás. En la Libertad de Avellaneda escribe sus primeras reflexiones políticas.
Cuando Hipólito Yrigoyen llega al gobierno, él tiene 14 años. Le faltan cuatro para votar, pero asume su civismo afiliándose a la Unión Cívica Radical de Avellaneda.
En 1931 es elegido diputado provincial pero el dictador Uriburu anula la elección. Larralde va preso. En 1942 es electo senador provincial. Otro de los senadores electos es Ricardo Balbín. Pero ambos renuncian porque el comicio ha sido fraudulento.
En 1946, Crisólogo Larralde es candidato a vice-gobernador, en 1951 a gobernador. En 1954 la Unión Cívica Radical lo elige candidato a vicepresidente de la Nación.
Con Roque Coulin y Bernardino Horne invierte febriles horas en redactar una versión del Manifiesto de Avellaneda.
En un marco conflictuado por la escisión del partido de un sector que pactó con el ex presidente Perón, Larralde asume la presidencia de la Unión Cívica Radical.
El político esconde con pudor al poeta. Las desazones de un tiempo impiadoso no le hacen perder su inquebrantable fe en los hombres y en el futuro.
Cuando muere tiene entre sus papeles algunos versos manuscritos en el trafago de la campaña electoral:
“Andar sin trabas, ser libre
combatir para los otros
La vida, la hermosa vida
solo se realiza
cuando la vamos dando
paulatina, totalmente
por la vida del hombre ignorado
por el hermano que nos desconoce
y acaso nos golpea
Y entonces, por creer, por querer
impenitentes, incurables utopistas
obstinados
ya ni somos viejos
ni nos envuelve el polvo
ni el corazón afloja
Simplemente nos gastamos
como las piedras que ruedan mucho
y siguen siendo piedras
con vetas de luz
y dureza de juventud”
Aún en la cercanía de su muerte sospechada, Crisólogo Larralde cree en el porvenir que lo sobrevivirá:
“Todo quedó atrás, menos el sueño
mi viejo, mi joven, mi niño
sueño igualitario, libertario, fraternal.
Él marcha delante mio
lo siento, lo veo, lo palpo
Me quema su calor
Me deslumbra su horizonte.
De “La República”. Revista de la Fundación de la República.Año VII. Nro. 27 (21 de Diciembre de 1985).
Discurso convocatoria a elecciones para Vicepresidente de la Nación, 1954
“Los radicales no le vamos a hacer al presidente una carrera demagógica. Nosotros no estamos contra el capital. Porque el capital como acumulación de dinero no es mas que acumulación de trabajo. El dinero no es más que la traducción económica del valor del trabajo. El capital es necesario para financiar la producción y desarrollarla, tanto en los países de economía estatal como Rusia, como en los países de economía privada como Inglaterra, Francia,Estados Unidos, Argentina, Etc. Pero estamos contra los excesos del capital. Es como si reconociéramos que siendo bueno el alcohol es funesto el alcoholismo. Nosotros sabemos que el capital, obediente a su ley constitutiva, no busca otra cosa que la ganancia, que coloca la obtenciónde la utilidad por encima de la moral, que cuando puede engrosarse honestamente lo hace y cuando no, lo hace lo mismo. El capital coloca la obtención de la utilidad y del beneficio por encima de la libertad, porque si puede acumular en libertad lo hace y si no, lo hace acomodándose con las dictaduras. Lo coloca por encima de la justicia y por encima del derecho, porque cuando puede realizar sus fines de crecimiento hipertrófico dentro del derecho y al amparo de la justicia, lo hace allí, pero cuando no, lo hace a pesar de la justicia y violando las leyes del derecho». Queremos entonces una revisión del ordenamiento capitalista. Queremos sacar el oro de la posición de símbolo augusto que le da esta civilización y poner en su lugar al hombre y trabajar todos por ese hombre que no pertenece a ningún partido, a ningún país, que el ser trabajador de todas las épocas., para hacerlo mas suyo, para darle mas salud, para hacerlo mas soberano, para hacerlo mas libre».«Queremos los radicales servir en esta lucha una causa de carácter extrapartidario; de carácter humano. Nadie piense que estamos recorriendo el país para hacer prosperar candidatos; nadie sea tan crédulo y tan ingenuo depensar que estamos luchando por el éxito electoral de un partido, por las posiciones, por los cargos políticos, por lo que hay de personal en esta contienda».«Queremos que las palabras “revolución social” de que ha hablado el presidente de la República, se conviertan mediante nosotros en un hecho generoso y positivo para bien de todos. Queremos hacerlo sin sangre y sin rencores, como aquí se dijo, no a favor de un partido, sí a favor de un pueblo; queremos anteponer a los privilegios económicos, el derecho del individuo, pero nada vamos a poder realizar, absolutamente nada, si primero no conseguimos el arma mas importante, que es el arma que todas las dictaduras niegan».
«El marxismo dice: “La libertad es un prejuicio burgués”.El fascismo afirma “La libertad es un cadáver putrefactoen el Estado”. El peronismo dice “La libertad no sirve para comer”. Nosotros decimos que la libertad es lo único que sirve, que ha derecho de comer por el hecho de haber nacido; que hay derecho de comer para conservar la vida; para ennoblecerla con los actos de cada mañana y de cada tarde, pero no vivimos para comer, sino a la inversa. No pensamos en la libertad como el marxismo ni como el fascismo ni como el peronismo. Pensamos de la libertad acaso como podría pensar Dios».(...) Necesitamos para ser útiles, para ser hombres, para ser un valor, ser ante todo libres. Aquellos amigos que votaron bien al votar contra nosotros el 24 de febrerode 1946 –parece una paradoja- votaron bien porque creyeron que votaban su liberación económica y nadie puede condenar una aspiración tal; que se acerquen a nosotros para que con nosotros sientan la alegría de liquidar un sistema dictatorial para el bien de la República”Saludo en Jesús al caudillo inmortal; al predicador de la libertad, de la igualdad entre los hombres, al demócrata cabal y al más austero y respetable gobernante de almas. Al padre cuyo ejemplo nos sigue probando como, la muerte, es únicamente ausencia de moral y alta conducta»
Fragmentos del discurso de Crisólogo Larralde del 1° de Mayo de 1961.
SALARIOS : En cuanto a los trabajadores, necesitan algo mas que un jornal y algo mas que una ocupación permanente. Necesitan una renumeración que haga posible la constitución de sus propias reservas, el decoroso mantenimiento de su familia, un buen nivel de vida y la posibilidad de una sólida educación general o profesional para sus hijos. Necesitan, los trabajadores, la certeza de que en su alta edad, las jubilaciones y pensiones prometidas en el orden del 82 y del 75 por ciento se conviertan en realidad inmediata.
ASOCIACIONES PROFESIONALES: Los trabajadores de nuestro país necesitan el mantenimiento de la Ley de Asociaciones Profesionales. Sabemos que en algunos aspectos la ley 14.455 puede y debe ser modificada, mejorada, pero cuando se habló de su modificación y quienes hablaron, alarmaron, fueron un ministro y algunas organizaciones patronales, quedó evidente el designio de favorecer la división de la clase obrera, la pluralización sindical, la agremiación optativa, la contribución voluntaria del afiliado y de provocar la pauperización del organismo sindical, al extremo de hacerle imposible su misión representativa y gestora de los derechos y de las aspiraciones obreras.
ORGANIZACIÓN OBRERA : El país destinatario de todo cuanto hagan los argentinos, así como necesita de una fuerza armada para los fines exclusivos que le señalan la constitución y las leves que les dieron origen, así como tiene organizaciones para la enseñanza, instituciones industriales y comerciales, culturales, artísticas, científicas, deportivas, etc. debe contar también con una fuerza obrera unida y seria. Un movimiento que defienda al país, al trabajador y a las expresiones de la industria y del comercio en cuanto son fuente de ocupación y elementos de distribución de la producción Argentina.
DEMOCRACIA: La democracia, que según Tomás de Aquino el santo, es el poder del pueblo, no puede incurrir en dictaduras. Su deber es superar al comunismo realizando todas las justas transformaciones económicas y sociales sin herir en lo mas mínimo la libertad del hombre y el derecho de la persona humana a decidirse por sí mismo.
COMUNISMO: El comunismo no es un capricho intelectual ni un producto por generación espontánea. Es el hijo legítimo del capitalismo; por eso, tal como el capitalismo creó una civilización, redactó sus códigos, organizó la jerarquía, dominó pueblos y explotó al hombre y se adueñó del poder político, el comunismo se armó hasta los dientes, habla de paz pero hace la guerra o la provoca, amenaza, se infiltra y sabotea valiéndose de sus agentes - conocidos o secretos - en cada país, domina a la clase obrera, explota el trabajo del campesino y del obrero industrial: se apropia de la plus valía como el mas experto patrón capitalista y se apodera del poder público aniquilando ipso todas las demás formas del pensamiento político. LOS IMPERIALISMOS : Su líder en Rusia, llora ruidosamente por la muerte de Lumumba - que nosotros condenamos - pero manda ajusticiar a Beria y mata civilmente a sus ex pares y compañeros Malenkov, Bulganín y Zukov, la gloria militar soviética de la última guerra. Y como si esto fuera poco lo exhuma a Stalin y lo mata de nuevo. Lo desjerarquiza, y un comunista sin jerarquía, sin mando, es un ente pasivo; nacido para la obediencia, aunque respire es casi un muerto. Pone el grito en el cielo por la invasión a Cuba pero sus tropas invadieron Hungría, ahogaron en sangre la revolución del pueblo y ahorcaron a Imre Nagy, jefe del gobierno comunista húngaro y a sus compañeros. Es que no lloran por Lumumba, ni gritan por el dolor de Cuba. Lloran y gritan todos contra los Estados Unidos y miran hacia nosotros los latinos americanos invitándonos a gritar y a llorar. Pero nosotros lloramos y gritamos por la muerte de Lumumba y de Beria, de Imre Nagy y de los patriotas húngaros: lloramos y gritamos por la invasión de Hungría y de Cuba, cuyo partido comunista oficial apoyó a Batista; lloramos por todos los asesinatos, gritamos por todas las invasiones, no por algunas. Nosotros lloramos y gritamos contra los dos imperios. Contra el yanqui y el moscovita, porque para el hombre, para los pueblos, el problema no es cambiar de amo, sino suprimir el amo.
RETORNO A LA JUSTICIA : Me he alejado un tanto de esto que en nuestro medio se ha convertido en una lucha puramente oral y epistolar contra el comunismo Permítaseme repetir que debemos superar al comunismo en su planteo económico. No es tarea difícil ni larga. Se trata de mejorar el nivel de vida popular estimular sus consumos promover la capitalización obrera. Declarar la necesidad de la lucha no es luchar; los discursos y las cartas militares, los largos comunicados ministeriales y las declaraciones empresarias, tienen como las papas fritas suflés mucho aire y poca sustancia, poca papa. Traslademos la contienda al campo económico, afirmemos las libertad, terminemos con las leyes de excepción, decretemos la amnistía de tanto preso, volvamos a la justicia al tribunal, a la autoridad de la Constitución. Parezcamos y seamos de nuevo una democracia.
REDENCIÓN SOCIAL: En nuestro país luchamos todos por encontrar soluciones y a menudo las dieron los hombres del partido Socialista; don Hipólito desde la Presidencia, con su partido en el Parlamento, finalmente Perón con sus organismos partidarios, sindicales y de gobierno. La lucha en el campo gremial y por las reivindicaciones, fueron sostenidas por la Federación Obrera Argentina, por la FORA de gloriosa memoria y de conducta ejemplar mantenida hasta hoy por los obreros de la construcción naval, por los trabajadores plomeros, por grupos de la alimentación y muchos otros: por la Unión Sindical Argentina y por las Centrales que culminaron en la Confederación General del Trabajo. Antes de terminar, debo recordar a alguien mas, Don Carlos Pellegrini, ese argentino en muchos sentidos arquetipo, visitó en 1905 hace por lo tanto mas de medio siglo al Presidente de la Federación Americana del Trabajo que lo era por entonces el obrero del tabaco, don Samuel Gompers, fundador de aquella entidad a fines de 1886 y desde entonces Presidente hasta 1924. Gompers sostuvo - dice Pellegrini - que si la clase obrera había mejorando su condición económica y social en los últimos cincuenta años lo debía exclusivamente a las Asociaciones Obreras. Y que la lucha habría de continuar hasta el triunfo final. Para nosotros el triunfo definitivo es la supresión del régimen del salariado. Forma actual de la dependencia obrera. Con Pellegrini y repitiendo sus palabras - quieran escucharlas los hombres de la Unión Industrial Argentina en cuya sede Pellegrini tiene categoría de fundador - podemos agregar. Mientras el obrero sea un simple asalariado sin interés en los resultados económicos de su propio esfuerzo, será inútil buscar la fórmula que lo vincule y lo interese en la prosperidad de la empresa industrial que lo ha reclutado. Pellegrini quiere, también el y como todos, que el obrero sea socio del capital, no sirviente. Señores: por no tener nada, sino su ignorancia y su miseria, la clase obrera luchó por todo y todo lo está alcanzarlo o lo alcanzará. Por haber sido puesta fuera de la mesa de la vida, se acercó a la mesa peleando y hoy, este mismo 1° de Mayo, reclama su parte con voz audible, con derecho pleno y energía indoblegable. Murieron las edades de la esclavitud y de la servidumbre; desaparecieron con ella formas y medios de producción y estructuras económicas, sociales y políticas fundadas en los privilegios del nacimiento, en la fuerza, en el apoderamiento por unos pocos de los bienes producidos por todos. Las edades presentidas por Spies cuando profetizó un silencio mas poderoso que las voces que la horca estrangulaba, habrá de mostrarnos aquel triunfo definitivo de que acabamos de hablar. Entonces la organización del trabajo será libre, totalmente libre del dominio de los partidos y mas fuerte que todos los dictadores. La clase obrera, la única clase, porque de su carne y de su sangre nacieron el sabio, el descubridor, el estadista, el sacerdote, el guerrero y el pacifista, el revolucionario y el verdugo, el poeta y el santo y hasta el rico, esa clase única está marchando y sino se demora en tratos venales, ni en la faena mercantil de su propio destino, llegará al campo abierto de la vida en libertad, con derechos totales, con seguridad y fuerza para afirmar el bienestar humano. Entonces todos seremos obreros de alguna obra.
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