Ayer con eso del recital de la banda británica en la cancha de River, sí bien me sonaban algunos temas, mí ignorancia sobre su existencia era casi absoluta, intenté recordar en que andaba como treintañero para semejante olvido, caí en la cuenta q cuando su música se hacía famosa mundialmente, allá por mediados de la década de los noventa, estaba en plena quijoteada de emprendedor campestre, ensimismado en adaptarme a la vida rural de caminos de tierra polvorientos en verano e intransitables por el barro en invierno, a kilómetros de mi conurbano de crianza, eran épocas dónde las distancias físicas ni se podían acortar por la virtualidad de la comunicación inalámbrica, los teléfonos celulares estaban en pañales, la internet del wasap, yutube o feisbuc eran de ciencia ficción, tecnologías de la comunicación que hoy me permitieron en un rato visualizar desde una pantallita la historia de vida, en la Inglaterra neoliberal del tacherismo, de los hermanos Gallagher, enterarme del invento del britpop que la industria de la música masificaba mundialmente y yo ni registraba en medio de la llegada a nuestra vida de mis hijos mayores y ocupado con la parición de alguna cerda u oveja en búsqueda de vaya a saber que mandato existencial.
Sigo sin entender mucho de música y me pasa que de la espectacularizacion de una banda de rock más allá de los sonidos que intento recordar, veo productos de consumo masivo, para distraer las sensaciones, típicas de estás épocas de infinitos relatos que pretenden disimular con supuestas nuevas melodías ser refritos.
De hace treinta años atrás no pude recordar nada de la música de los hermanos de oasis, me pasó por un rato pensar: que me habría perdido de vivir en aquellos tiempos? y recordar al toque que esperanzadamente imaginé que esos caminos de tierra que transitaba incansablemente, el inexorable progreso en el que creíamos en esa Argentina rural que ahora sí por fin se incorporaba al Primer Mundo según los decires de los gobernantes de turno embuidos con el recetario que emanaba como doctrina desde donde, ahora me enteraba, los hnos Gallagher se convertirán en ídolos de multitudes, los transformarían en rutas consolidadas para mejorar nuestras condiciones de producción y vida.
Ahí nuevamente recordé mi ingenuidad de juvenil progresista y entendí mi actual enojo nostálgico cuando cotidianamente intento atravesar esos caminos que sólo empeoraron su condición de caminos. Cómo suelo repetirme en mis tiempos de reflexiones, nada nuevo bajo el sol.
Por suerte quedan los hijos y los amigos con quién compartir por un rato mis tribulaciones de viejo ochentoso.
Saludos Cordiales.

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