miércoles, 7 de enero de 2009

El conflicto agropecuario es una crisis de diagnóstico.

Los cambios producidos en el sector agropecuario por la aplicación del recetario de medidas de apertura, desregulación y desmantelamiento de políticas activas en la década pasada marca a fuego la realidad de hoy. La llamada “Argentina verde y competitiva”, con la masiva utilización de los “nuevos paquetes tecnológicos” llámese herbicidas, fertilizantes, maquinarias, transgénicos, técnicas de laboreo y nuevos sujetos de servicios, como los contratistas rurales; no sólo significaron un aumento de los volúmenes de las producciones agrícolas, su contracara es la concentración de la tierra, la reducción en la cantidad de unidades productivas, su motor principal es la explotación sojera, que produjo un cambio en las formas y técnicas de producción con el consiguiente incidencia en el tejido social del sector agropecuario, generalizando el arriendo de las pequeñas explotaciones que transformó mayoritariamente a los propietarios, antiguos chacareros, en rentistas que migraron a las ciudades generando un nuevo entramado entre propietarios de distintas dimensiones, fondos de inversión, pooles de siembra, contratistas rurales y prestadores de servicios e insumos.
Este sujeto socioeconómico fue el actor central en el llamado conflicto del “campo”, la caída de la resolución 125 aplicada en marzo de este año, no solucionó los problemas como bien podemos comprobar seis meses después.
No haber advertido adecuadamente la nueva configuración productiva del sector agropecuario por parte del Gobierno, que pretende desde un Estado desmantelado y desprestigiado aplicar medidas de políticas activas, llevó a una escalada en donde las miradas sobre la realidad eran de 30 años atrás. En esto, las entidades representativas de los sectores rurales aportaron lo suyo acostumbrados a protestar contra el intervencionismo estatal como si el tiempo se hubiera detenido hace décadas. Con diagnósticos equivocados es difícil encontrar soluciones.
La actual situación del sector agravada por la caída de los precios de las materias primas, por la debacle financiera internacional y una sequía histórica, no se arreglan con confrontaciones o protestas pasadas de moda. Hoy, el Estado no es el actor central y el rol que juegan las grandes corporaciones multinacionales no debe ser ignorado, como así tampoco a los pequeñas explotaciones familiares residentes en el campo que tienen poca tierra y producción, que conforman otra realidad agropecuaria.
Seguiremos insistiendo que indudablemente el modelo de la Argentina “verde y competitiva” debe ser revisado de manera urgente, recuperando algunas herramientas de política económica. Seguramente el camino no es volver a la antinomia campo-industria pero tampoco endiosar la producción de productos primarios sin valor agregado de los cuales el precio no lo ponemos nosotros, como así tampoco defender mezquinamente los intereses sectoriales.
Necesitamos un modelo integral de país con una fuerte articulación de los sectores productivos agropecuarios, con la industria y el comercio minorista, potenciando el desarrollo local y regional, revisando las falencias estructurales e institucionales que tenemos, sin ningún tipo de dogmatismo ideológico. Promoviendo y utilizando las habilidades, los recursos naturales, tecnológicos e intelectuales que tiene nuestro país, es posible construir un proyecto estratégico de desarrollo que contemple el bienestar general dejando de lado los privilegios y egoísmos sectoriales.

Florencio F. Boglione

Aclaración: esta reflexión la hice a fines del año pasado a pedido de una nota institucional sobre el tema. La puse a manera de introducción de la entrada siguiente.

3 comentarios:

Mariano T. dijo...

Interesante el diagnóstico.Pero algo general. En realidad no se puede describir mucho en pocas líneas.
Su punto es que ambas partes estan luchando con diagnósticos errados, como el "pueblo vs oligarquía", o "achicar el estado es agrandar la nación".
El problema es que las intervenciones del estado, hechas con diagnóstico equivocado y nula idoneidad, y hasta algún rasgo malévolo y revanchista, esta potenciando el segundo diagnóstico, que es falso en la medida que haya know how y buena intención estatal, y verdadero en la situación actual.
Saludos

Florencio F. Boglione dijo...

Mariano T.: entendió el punto.
Ahora si me dice que "las intervenciones del estado, hechas con diagnóstico equivocado y nula idoneidad, y hasta algún rasgo malévolo y revanchista, esta potenciando el segundo diagnóstico" Termina justificando el accionar y el discurso del mal llamado "campo".
Por consiguiente la pelota no la paramos. Podríamos coincidir que hay errores de diagnostico por parte del gobierno y quizás instrumentos de política económica mal aplicados, ahora hablar de "rasgo malévolo y revanchista" le diría que esta en linea con decir que este gobierno es una dictadura.
Tenga en cuenta que para cualquier pelea se necesitan siempre dos y me parece que en esta nadie esta dispuesto a bajarse del ring. Lamentablemente las consecuencias las pagamos todos.

Saludos Cordiales

Mariano T. dijo...

Dictadura no, yo tuve un jefe así.
Hay numerosos ejemplos de lo que postulo, lamentablemente.