jueves, 13 de mayo de 2010
Despertares, la lógica binaria o el discurso de la antipolítica.
Este articulo (post como le dicen en la blogoésfera) se lo dedico al amigo Alejandro C. que hace pocos días despertó del sueño garbarinesco en el que se encontraba, dormitando las neuronas de su intelectualidad, ahora pretende recuperar el agua que paso bajo el puente y desde el faisbuc mete comentarios políticos que se quedaron en el tiempo, se preocupa, me dice, por no herir mi suceptibilidad con sus argumentos. Todo lo contrario, la alegría que me da leerlo en su despertar, supera mi tristeza por tantos años de desidia política, lo extrañe mucho.
Siguiendo con el debate sobre la política binaria y por algunos comentarios que hiciera Bari2K del blog La Bitácora de LolaMento, rescato algunos párrafos de un reportaje a Ernesto Laclau en el ultimo numero de la revista Debate.
Saludos Cordiales.
P: Recientemente, Beatriz Sarlo publicó en el diario La Nación un artículo en donde menciona la articulación de un dispositivo cultural kirchnerista, que tiene como efecto inmediato la expansión del discurso oficialista por fuera de círculos ya instalados como Carta Abierta. ¿Está de acuerdo con esta lectura?
E. L.: Realmente espero que ése sea el caso, porque podría ir modificando la naturaleza del kirchnerismo.
¿A qué se refiere?
La lógica hegemónica funciona en dos direcciones distintas. Por un lado, hay una dirección impositiva del centro y, por el otro, hay un fenómeno de expansión de identidades populares que comienza a modificar la naturaleza del propio centro. El kirchnerismo, como todo significante, es un significante abierto. Con el peronismo pasó lo mismo. Lo que pasa es que el peronismo logró consolidarse como un significante aglutinador y entonces muchas corrientes políticas y sociales confluyeron para darle identidad. Con el kirchnerismo puede pasar lo mismo. Mi preocupación fue con la crisis del campo. Allí, el kirchnerismo pasó a estar tan restringido que su capacidad expansiva corría peligro. Pero creo que ahora está ocurriendo el fenómeno contrario. Hoy es la oposición la que se enfrenta con los mayores problemas a la hora de expandir su esfera.
Parecería ser más evidente que nunca la puja por imponer sentidos. El problema es cuando aparecen algunos significantes peligrosos como “el miedo” o la “ingobernabilidad”.
Es que esos significantes siempre aparecen cuando las fuerzas del sistema político no consiguen articular una constelación lo suficientemente fuerte. Indudablemente, hoy estamos en una guerra de posición y no se sabe por qué lado puede llegar a avanzar el proceso.
A diferencia de Cristina, el gobierno de Néstor parece haberse concentrado más en la construcción populista.
No, no llegó a hacerlo y tampoco Cristina. Se necesita algo más para tener una cristalización populista del tipo de Chávez o Perón. No han dividido a la sociedad en dos campos.
Sin embargo, si hay una vocación que tiene clara Néstor Kirchner es la de construir adversarios.
Es cierto. Es el único que entiende el momento agonista de la política (ndr: la creación de una esfera pública intensa de lucha ‘agonista’, donde puedan confrontarse diferentes proyectos políticos hegemónicos, antagónicos entre sí, dentro de las reglas del sistema democrático). Desde un comienzo, supo representar la discontinuidad, la discontinuidad con la política de los 90 y también con el discurso de “que se vayan todos”, que amenazaba al sistema al no aceptar ningún tipo de solución institucional.
Ayer fue el menemismo y hoy es Clarín.
Yo diría los medios, de eso no hay duda. Ahora, en términos de reformas estructurales básicas, el gobierno de Cristina ha sido mucho más radical. Si Carlos Reutemann u otro hubiera estado al frente del poder con la crisis internacional habríamos tenido la fórmula clásica del ajuste, ahogando a los sectores populares y haciendo estallar al sistema político.
Podría afirmarse que uno de los principales problemas del Gobierno ha sido su incapacidad para construir un discurso convocante que movilice socialmente.
Lo que hizo el oficialismo fue consolidar la primera etapa del proceso. El momento de la ruptura estuvo muy presente, pero el momento de la cristalización simbólica ha sido mucho más lento. Ahora, si ese momento no se logra, todo el proceso de cambio estará amenazado. Creo igualmente que ese momento hoy está más cerca que antes.
¿En qué sentido?
Se puede dar una polarización entre una fuerza de centroderecha y otra de centroizquierda, las dos con intenciones de garantizar equilibrio institucional. Ahí aparecen, por un lado, Ricardo Alfonsín y Hermes Binner -por citar nombres- y, del otro, Néstor Kirchner. Casualmente el otro día Guillermo O’Donnell me respondió que la fórmula de Binner y Alfonsín ciertamente no es de derecha. Sin embargo, no tiene que ser una forma necesariamente ideológica. Lo cierto es que muchas veces, para reagruparse, la derecha apela a ciertos grupos que le dan legitimidad y permiten reafirmar el statu quo. El establishment apela a fórmulas muy suaves, no apela a loquitos como Carrió.
Nota completa aquí.
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4 comentarios:
No me simpatiza Laclau ni sus teorías. Nunca me simpatizaron (qué se le va a hacer), producto de un transformismo ideológico "made in England".
Saludos.
Anahi: yo a gatas puedo leer sus reportajes.
¿Que es eso del transformismo ideológico made in England?
Saludos Cordiales.
De la izquierda nacional a la socialdemocracia.
Slds.
Ahora entendí, gracias.
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